11.

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MASON

Sus sonrisas son tímidas, y la forma en la que se balancea sobre sus pies, la hace ver adorable. Y sé que él piensa igual que yo.

A pocos metros de mí, frente a la puerta de control de estudio, están Jack y la linda Eva. Compartiendo miraditas, Jack ayudándola con unas grandes carpetas que deja con sumo cuidado en sus manos. Él le dice algo a lo que ella asiente y vuelven a sonreír. Jack se da media vuelta para marcharse. Pienso en acercarme cuando a mitad de camino gira sobre sus talones y a grandes zacandas vuelve a llegar donde la Linda Eva.

Se inclina y susurra algo que hace que las mejillas de la chica exploten en rosa, y antes de que yo pueda reaccionar y mover mis pies, Jack deja un fugaz beso en su mejilla, muy cerca de su boca. Muy, jodidamente, de su boca.

Es en ese momento, al ver la cara de pánico en su pequeño rostro rojo por la vergüenza, es que mi cerebro por fin reacciona y empiezo a caminar hasta ellos, pero antes de llegar a donde Eva, él se marcha.

— ¿Qué hace una chica como tú afuera en horas de clase? — intento mantener la calma y me giro para mirarla.

Sus ojos siguen abiertos en la dirección en la que Jack se fue, su respiración se ha acelerado un poco y las carpetas se resbalan  de sus manos. Me irrito en cuestión de segundos y decido contar hasta cinco en mi cabeza.

— Tierra llamando a la linda Eva. ¿Estas ahí? — cuando escucha su nombre es como si volviera a la vida, sus ojos me enfocan, ansiosos.

— Mason, pero... ¿por qué no estas en clases? — mis ojos ruedan.

— Hola para ti también, Eva. — mi voz sale con ese tono de reproche que me es imposible ocultar. — Jack te ha dejado en las nubes.

— ¡¿Qué?! — se gira, por fin, hacia mí de golpe, dejando caer algunas carpetas. — ¿Qu-Qué rayos dices, Mason?

— Nada, nada. — le muestro mis palmas, en son de paz y me inclino a recoger las carpetas que ha dejado caer. — Tan torpe como siempre, ¿cierto Eva?

— ¿Estás enojado? — pregunta al verme con esos grandes ojos con el bosque tras sus pestañas. — Disculpa, ¿te he molestado?

— Enojado, eh. — me acerco a ella, ignorando como su cuerpo se tensa cuando invado su espacio personal. — ¿Por qué todos me hacen esa tonta pregunta hoy? — Eva baja su mirada,  pero no la dejo y sujeto su barbilla, obligándola a verme. — Mirame, Eva. — susurro, dejando las carpetas en sus manos sin soltar su barbilla.

Y ella lo hace, me mira, sus ojos barren toda mi cara, acuosos. Y es solo en ese instante que me percato que esta temblando. Me alejo de ella de inmediato, maldiciendome por haberla asustado como un imbécil. Eva se queda ahí, mirándome sin siquiera parpadear, con sus ojos brillantes por las lágrimas que esta a punto de derramar.

Levanto mi mano, dispuesto a disculparme por haberme descargado con ella, pero no doy ni un paso cuando ella se da la vuelta y sale corriendo.

— Mierda.

— ¿Mason?

Esa voz.

Mi cuerpo se queda inmóvil y puedo sentir como cada parte de mi cuerpo se pone alerta. No soy un chico de creer en muchas cosas, pero en ese instante, solo ruego porque sea una alucinaciones y me este volviendo loco.

Pero no, porque la paz no es eterna. Y el universo siempre te demostrará que que la vida es una mierda. Y solo puedo pensar en ello cuando miro aquellos ojos castaños, casi mieles, que alguna vez me parecieron los más bonitos.

— ¿Rebeca?

EVA

Solo podía escuchar mis piedras chocando fuertemente contra el piso. Mis manos temblaban, sentía que me faltaba el aire y que en cualquier momento me desplomaría en el suelo.

Aun no podía creer que siguiera siendo tan débil... Que algo como eso me lanzará cada vez mas cerca el abismo que es mi mente, que me envuelve y se encarga de torturarme.  El resto de las clases las paso con mi mente en otro lado, apretando constantemente mis manos, que nunca paran de temblar y ruego porque nadie lo note, lo que me genera ansiedad y empeoran los temblores.

Así que cuando el timbre suena, solo puedo suspirar llena de alivio de poder ir a casa, a un lugar que me sienta segura. Prácticamente corro fuera del aula, los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos, y solo puedo respirar cuando estoy frente a las escaleras de la entrada.

— ¡Eva!

Lo que empieza mal, termina mal.

— ¿Adam? — me giro, viendo como los mellizos corren detrás de mi. — ¿Alam? ¿Qué pasa?

Que lastima que no lo entendí hasta mucho después ese día.

— Es Jack y Mason. — dice Alam entre jadeos cuando llegan hasta mí. — Necesitas venir con nosotros.

—¿Ellos están bien? — puedo escuchar el tono de preocupación en mi voz. Y ese pequeño zumbido en mis oídos vuelve hacerse presente.

— No lo estarán si no vienes con nosotros, ahora.

HELLOOOOOOUUUU
Estoy de vuelta, perdonen que tarde tanto señor JAJAJAJA es que estoy en mi ultimo semestre en la universidad y entre mis pasantías, mi trabajo de grado y servicio comunitario, me volveré loca.

Un capítulo algo corto pero se pondrá mejor en el siguiente, lo prometo♥

Espero leernos pronto.

No se olviden de votar y comentar♥

Los Morgan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora