- ¿Que es eso? No has dejado de mirarlo desde que subiste al auto. - mamá intentando sonar casual era algo nuevo.
- El número de unos compañeros. - dije guardando, por fin, el pequeño papel en mi bolsillo. - Tenemos que hacer un trabajo.
- ¿Chicos? - sus ojos me buscan al instante por el retrovisor, el pánico es latente en su mirada.
- Si, mamá, chicos. - Me contengo de rodar los ojos, tratando de entender su preocupación. - En mi Instituto hay chicos.
- Pero, cielo, ¿estas bien con eso?
- No quiero hablar de ello, mamá. - ella vuelve a mirarme a través del retrovisor y asiente.
En lo que queda de camino a casa, no vuelve a hablar, permanecemos en un silencio incómodo y una tensión que me pone los pelos de punta. Prácticamente salto del coche cuando mamá estaciona frente a la casa.
- Hola, cariño. - papá esta sentado en jardín, con un libro. Su sonrisa es reconfortante. - ¿Tuviste un buen día hoy?
- Estuvo bien. - me esfuerzo por devolverle la sonrisa y entró a la casa.
- Tu comida esta en el horno. - grita.
En vez de ir a la cocina, voy directo a mi habitación, sintiendo el peso de cierto trozo de papel haciéndome peso en mi pantalón.
«¿Debía llamar? »
Dios, obvio tenía que llamar, que tan tonta podía ser. No podía darme el lujo de atrasarme con mis evaluaciones, he perdido mucho tiempo. Y ellos no tienen mi número, así que lo lógico sería llamar, mire el teléfono sobre la cama, aun nerviosa e indecisa.
No me preocuparía por eso, debía calmarme y pensar con la cabeza fría, como suele decirme Adrián. Iría a dar una vuelta, así podría relajarme y armarme de valor para hacer esa cosa tan simple.
Madura, Eva.
Si algo tenía este lugar, era que estaba lleno de parques y árboles por todas partes, era lo que más me gustaba, era relajante. Papá sabía que este tipo de ambientes eran mis preferidos, y se esforzó mucho en buscar un casa cerca de un parque. Me gustaba mucho venir aquí, estos seis meses el pequeño parque fue mi plan de escape de lo monótono que se había vuelto mi vida después de eso.
Para ser apenas las dos de las tarde estaba lleno de gente. Chicos sentados bajo los árboles, niños correteando y muchos más paseando.
Me recorte en el pasto, deseando estar siempre con esta sensación de paz, que se volvió tan lejana en mi vida últimamente. Todo se convirtió en problemas, uno tras otro, sin darme un respiro. Casi hasta el punto de volverme loca, o capaz ya lo estaba, también era muy válido.
Así que estos momentos, que estaba lejos de todo, los atesoraba más que nunca porque son tan pocos. Solo quería algo de normalidad, nada más. No más dramas.
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Los Morgan.
Teen FictionElla era callada. Ellos guardaban un secreto. Ella era tímida. Ellos misteriosos. Ella escondía su pasado. Ellos lo daban a conocer. Dos mundos diferentes se unen de una forma extraña. ¿Quieres formar parte de esta historia? «En edición.»