43: Dumbledore tiene estilo

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Ahora van a tener muchos capitulos por que ya di la PSU!

ps: Me fue terrible

Cuando me fijé con claridad vi que algo  había enroscado en los tobillos de Harry

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Cuando me fijé con claridad vi que algo  había enroscado en los tobillos de Harry. Vi a Malfoy escondido en una hornacina, bajo un espantoso jarrón con forma de dragón.

—¡Embrujo zancadilla, Potter! —dijo—. ¡Eh, profesora! ¡PROFESORA! ¡Ya tengo a uno!...¿Scamander? ¿Qué diablos te paso?

La profesora Umbridge apareció jadeando por un extremo del pasillo, pero con una sonrisa de placer en los labios.

—¡Es él! —exclamó con júbilo al ver a Harry en el suelo—. ¡Excelente, Draco, excelente! ¡Muy bien! ¡Cincuenta puntos para Slytherin! Voy a sacarlo de aquí... ¡Levántate, Potter! —Harry se puso en pie, inmediatamente fue hacia mi y me abrazo de nuevo ayudando a pararme, mis piernas no me sostenían, mire a Draco y a Umbridge con inmenso odio. Jamás había visto tan feliz a la profesora Umbridge, que  agarró fuertemente a Harry por un brazo y se volvió, sonriendo de oreja a oreja, hacia Malfoy—. Corre a ver si atrapas a unos cuantos más, Draco —le ordenó—. Di a los otros que busquen en la biblioteca, a ver si encuentran a alguien que se haya quedado sin aliento. Mira en los lavabos, la señorita Parkinson puede encargarse del de las chicas. ¡Deprisa! Y tú —añadió adoptando un tono aún más amenazador de lo habitual, mientras Malfoy se alejaba—, tú vas a venir conmigo al despacho del director, Potter. Y tú...Black. ya es tiempo que merezcas un castigo como corresponde—me agarro del brazo con una fuerza que no sabia que ella tenía, alejándome de Harry y haciéndome caer al suelo.

—Llévatela—Umbridge le ordeno a Harry y él me ayudó de nuevo, haciendo que apoyara todo mi peso en el.

Al cabo de unos minutos estábamos frente a la gárgola de piedra. Tenia miedo de saber a cuántos más habían atrapado. Pensé en Ron (la señora Weasley iba a matarlo) y en cómo se sentiría Hermione si la expulsaban antes de que pudiéramos hacer los TIMOS.

—¡Meigas fritas! —entonó la profesora Umbridge; la gárgola de piedra se apartó de un brinco, la pared que había detrás se abrió y  subimos por la escalera móvil de piedra.
Enseguida llegamos a la brillante puerta con la aldaba en forma de grifo, pero la profesora Umbridge no se tomó la molestia de llamar, sino que entró directamente en el despacho dando grandes zancadas y sin soltar a Harry y él no me soltaba a mi.
El despacho estaba lleno de gente. Dumbledore estaba sentado detrás de su mesa, con expresión serena y con las yemas de los largos dedos juntas. La profesora McGonagall estaba de pie, inmóvil, a su lado, con un aspecto muy tenso. Cornelius Fudge, ministro de Magia, se balanceaba hacia delante y hacia atrás sobre las puntas de los pies, junto al fuego, inmensamente complacido, al parecer, con la situación; Kingsley Shacklebolt y un mago de aspecto severo con pelo canoso, áspero y muy corto, al que no reconocí, estaban situados a ambos lados de la puerta, como dos guardianes, y Percy Weasley, pecoso y con gafas, como siempre, andaba nervioso de un lado para otro junto a la pared con una pluma y un grueso rollo de pergamino en las manos, preparado para tomar notas.
Esa noche los retratos de antiguos directores y directoras no se hacían los dormidos. Todos estaban alerta y muy serios observando lo que ocurría en el despacho. Cuando entramos, unos cuantos saltaron a los cuadros vecinos e hicieron comentarios al oído de sus ocupantes.
Harry se soltó de la profesora Umbridge en cuanto la puerta se cerró tras nosotros. Cornelius Fudge lo fulminó con la mirada; la expresión de su rostro denotaba una especie de cruel satisfacción.

Laila Scamander y La Orden Del FenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora