Hermione se tapó la boca con ambas manos.
—¿Cómo te libraste de ésa? —preguntó Harry.
—No habría podido si Olympe no hubiera estado allí —respondió Hagrid—. Sacó su varita mágica y los atacó con una rapidez que yo jamás había visto. Estuvo magnífica. A los dos gigantes que me sujetaban les echó una maldición de conjuntivitis, y entonces me soltaron inmediatamente. Pero estábamos metidos en un buen lío porque habíamos utilizado la magia contra ellos, y eso es lo que los gigantes no soportan de los magos. Tuvimos que poner pies en polvorosa, y sabíamos que ya no íbamos a poder volver al campamento.
—Caramba, Hagrid... —dijo Ron con voz queda.
—¿Y cómo es que has tardado tanto en volver a casa si sólo estuviste tres días allí? —inquirió Hermione.
—¡No nos marchamos al cabo de tres días! —contestó Hagrid, ofendido—. ¡Dumbledore confiaba en nosotros!
—Pero ¡si acabas de decir que ya no podían volver al campamento!
—No, de día no. Teníamos que replantearnos la estrategia. Pasamos un par de días escondidos en la cueva observando a los gigantes. Y lo que vimos no nos gustó nada.
—¿Arrancó más cabezas Golgomath? —preguntó Hermione con aprensión.
—No. ¡Ojalá lo hubiera hecho!
—¿Qué quieres decir?—pregunté.
—Quiero decir que pronto comprendimos que no le caían mal todos los magos, que sólo éramos nosotros.
—¿Mortífagos? —insinuó Harry rápidamente.
—Sí —confirmó Hagrid con amargura—. Un par visitaban al Gurg todos los días y le llevaban regalos, y el Gurg no los colgaba por los pies.
—¿Cómo supieron que eran mortífagos? —preguntó Ron.
—Porque a uno lo reconocí —gruñó Hagrid—. Macnair, ¿se axuerdan de él? El tipo al que enviaron para matar a Buckbeak. Está loco de remate. Disfruta tanto como Golgomath matando; no me extraña que se llevaran tan bien.
—¿Y Macnair convenció a los gigantes de que se unieran?—pregunté con preocupación.
—¡Un momentito, todavía no he terminado mi historia! —dijo Hagrid, indignado. Teniendo en cuenta que al principio se había resistido a contar nada, era curioso que ahora disfrutara tanto con su propio relato—. Olympe y yo estuvimos cambiando impresiones y llegamos a la conclusión de que el hecho de que el Gurg prefiriera a Quien-ustedes-saben no significaba que los demás también lo prefirieran. Teníamos que intentar convencer a unos cuantos de los otros, es decir, a los que no querían tener a Golgomath como Gurg.
—¿Y cómo sabían cuáles eran? —preguntó Ron.
—Pues mira, dedujimos que eran los que habían quedado hechos papilla —respondió Hagrid con paciencia—. Los que tenían un poco de sensatez se mantenían alejados de Golgomath y estaban escondidos en las cuevas que había alrededor del barranco, como nosotros. Así que decidimos ir a fisgonear allí por la noche para intentar convencer a algunos.
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Laila Scamander y La Orden Del Fenix
Fanfiction#5 , «No estamos solos» Después de un verano repleto de pesadillas e ir de aquí para allá, Laila Scamander tiene que resignarse a su nueva realidad. La orden secreta del Fenix se reúne en Grimmauld Place para luchar contra las fuerzas oscuras. El s...