03

604 70 18
                                    

Ada suspiró, cerrando sus ojos y negando lentamente.

—¿Qué sucede Ada? —habló, riendo con elegancia—. ¿No te gusto? Porque tu cuerpo dijo otra cosa

Ada no podía articular palabra alguna, su rostro estaba totalmente rojo, y sus ojos, brillaban a causa de la vergüenza de admitir que aquello le había gustado.

—¿Qué te hace pensar que con eso fijarás una victoria? —murmuro apenas audible, dándole la espalda

Como decía mi abuela «A tiempos desesperados, medidas desesperadas»; pensó Ada.

¿Cuántas mujeres no habían vencido con el poder de la seducción? Ya había avanzado hasta ahí, no podía simplemente salir corriendo.

—No, no puedo —movió sus labios, sin emitir un solo sonido—. Lo haré

Sonrió, mirando la calle abandonada, a causa de la hora, después de reojo le observó morder una manzana.

La manzana de la discordia; pensó Ada.

Él ya había fijado el campo de juego, el arte de la satisfacción carnal, ahora, quedaba vencerle en su propio juego.

—Oh honey —habló, mirándole

Él le miro incrédulo, mientras ella se acercaba, decidida y sin titubeos.

—¿Qué?

—Te ves jodidamente bien con esa manzana —arqueó una ceja—. Pero, lo dejaremos para después

Pitch sonrió, Ada lo hizo en sus adentros. Ninguno se confiaba del otro, pero sabían que, en juego, había más que solo orgullo. Aunque, como malos perdedores y buenos orgullosos, no iban a admitirlo.

Ada, se sentó sobre sus piernas, conectando con aquellos ojos grises con tonalidades doradas, acariciando su cabello, detallando cada facción que le ofrecía a causa de su tacto en el contrario.

Sonrió, para acercarse a besarle, al principió este no le correspondió, pero a medida que ella le insistía en abrir sus labios, accedió, jalándola firmemente hacia él, haciéndole saber cómo lo tenía, totalmente duro.

Ada gimió al sentir su miembro bajo su entrepierna, separándose ligeramente de él.

—Joder —susurró, separándose ligeramente de sus labios, estaba nerviosa, pero no iba a dejar que aquello le entorpeciera, limitándole en su propia jugada

Alzó ligeramente las caderas, para dejarse caer sobre el miembro erecto de su contrincante, haciéndole gemir.

Pensó en retarle, pero en lugar de hacerlo, repitió su movimiento. Una y otra vez, perdiendo en el éxtasis a su enemigo, sonrió victoriosa, volviendo a atrapar sus labios con los de él, él apretaba sus caderas, mientras ella fingía embestidas, enloqueciendo al rey de las pesadillas.

Un duelo de lenguas se llevaba a cabo en sus bocas, peleando por vencer el uno al otro, las manos de Ada estaban firmes en su cabello, acariciándolo, las de su oponente, en sus caderas, firmes, disfrutando del movimiento que estas ejercían en su erección.

Sus bocas estaban entrelazadas, pero no se besaban, su atención estaba concentrada en ese movimiento tan firme, certero sobre sus intimidades, y sus gemidos morían en la boca del contrario. Ada fue la primera en detenerse, mirándole a aquellos orbes, fijamente, con la cara roja, su cabello desaliñado, él le miraba sonriente, pero su respiración le delataba, sus pechos iban al mismo ritmo, buscando regular sus respiraciones.

Ada enarcó una ceja, dispuesta a recriminar algo, pero sus palabras no lograban ser articuladas, morían en un suspiro.

—No tienes que decir nada memorable —habló, acariciando su brazo descubierto—. Ya hiciste algo memorable —sonrió burlesco, encarándole—. Me gusta que tomes la iniciativa, es bueno ver que en ocasiones... no hay necesidad de someterte a mi voluntad

Ada se puso roja, pero no a causa de vergüenza, todo lo contrario, estaba molesta. Él creía que la tenía bajo su dominación, y estaba dispuesta a demostrarle que no era así.

No actúes en un arrebato de ira, Ada, tranquila; pensó.

—Es más interesante si ambas partes están comprometidas en el juego —comentó, bajando de su regazo, dándole la espalda, volviendo a mirar por la ventana—. Sí solo uno juega a tener el control, ya no es divertido

Pitch sonrió, Ada le miró de reojo.

—Supongo que tienes que ir a... hacer lo que tú haces, así que, hasta otra dulce pesadilla —sonrió, pasando a su lado, mirando de reojo su erección

—¿Piensas irte sin más? —cuestionó, sin moverse más, solo alzando la voz

—La partida terminó, podemos dejarlo en tablas, mañana podríamos jugar una revancha —Ada ni si quiera se giró a verle

—¿Aún sigues creyendo que tienes el control de la situación? —agravó su voz, levantándose escandalosamente de la silla, caminando hacía ella

—¿Y qué hay de ti? —gritó Ada, encarándolo—. ¿Crees que me puedes someter como cuando era una niña?

—No solamente lo creo, lo hago

Ada rio divertida, sin dejar de mirarlo a los ojos, que comenzaban a reflejar molestia.

—Yo no podría decir lo mismo —Ada le desafió con la mirada, llena de firmeza, seguridad y con un atisbo de tranquilidad—. Ahora, ¿quieres jugar? Bien, atente a mis condiciones

—Eso no es lo que deberías decir...—acarició su mejilla—. Lo sabes Ada, puedo darte vuelta en este juego

—Y eso, es lo que sigues creyendo —Ada se giró, avanzando—. Acéptalo, puedo hacerlo mejor que tú, rey de las pesadillas

Pitch la alcanzó a medio pasillo, acorralándola en la pared, con un movimiento rápido, encerrándola entre sus brazos, agachándose un poco para quedar a la altura de su cara. Su mirada reflejaba dureza e intolerancia al comportamiento de Ada.

—Ada, pequeña Ada —sonrió, sin perder la conexión de sus ojos con los de ella—. No tienes el control, lo sabes, te duele admitir que no, pero sabes que es así, sabes que no puedes vencerme, a pesar de que creas que es así, simplemente no puedes hacerlo

—¿Por qué te aferras a la pequeña Ada? —espetó, alzando una ceja—. ¿Solo puedes ganarle a la pequeña Ada? Cariño, sabes que puedo jugar mejor que tú, en este juego. Lo sabes, por eso te aferras a la idea de tener el control, pero sabes que lo pierdes a cada paso que doy —Ada se acercó a sus labios, mirándolos con deseo, sin besarlo—, sabes que puedo vencerte y eso, cariño, te enloquece —susurro con sensualidad, mirándole con ojos traviesos, atrapando sus labios en un beso apasionado

El contrario le siguió aquel beso, cargado de deseo, lujuria y morbo. Pitch bajo sus manos a su trasero, cosa que Ada aprovecho para aferrar sus piernas a sus caderas, quedando trepada en Pitch.

Lo beso como jamás lo volvería hacer con alguien, de eso estaba segura, aquel hombre, denominando rey de las pesadillas, ponía todos sus sentidos alerta, clamando por ser atendidos, toda la adrenalina que liberaba para seguirle el paso, la hacía enloquecer, su cuerpo quemaba a cada toque, a cada roce de sus labios con los de él, los chasquidos que besarse provocaba, cada minúsculo detalle, sabía que jamás lo repetiría, y aunque le asustaba, los correspondía y los disfrutaba.

Porque, ¿qué es un juego, si no se disfruta?

-Seok

sᴏᴍɴᴜᴍ ᴇxᴛᴇʀʀᴇʀɪ | ᴘɪᴛᴄʜ ʙʟᴀᴄᴋ [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora