CAPITULO 2: REENCUENTRO CON EL PASADO

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Dos meses antes

Doña Blanca andaba por la calle. Un viento frio la hizo estremecer y la obligó a cruzar los brazos sobre su pecho. Blanca levantó la mirada y vio el local “El Pausa” delante de ella. Se habían puesto de acuerdo con Esteban de encontrarse allí. Dudó algunos instantes antes de inspirar profundamente y entrar. Buscó con la mirada a Esteban y cuando lo vio, Blanca tuvo la impresión que su corazón había dejado de latir y lentamente se acercó. Cruzó la mirada con Esteban y se quedó en silencio, como si hubiera olvidado como hablar.

“Blanca…”

“Esteban…”

Se quedaron algunos instantes in silencio hasta que Esteban se levantara para que Blanca se sentara a su lado. La miró algunos instantes y ella bajó su mirada, sintiéndose incómoda.

“Nunca hubiera pensado que llegará este día…”

“Yo tampoco…”

“¿Cómo me has encontrado?”

“Don Emilio me dio la tarjeta de tu negocio…”

“¿Don Emilio? No lo creo…”

“Pues… Isabel sabe como convencerlo…”
“¿Isabel?” ¿Está en España?”

“Sí, a las Galerías…” 

“¿Y Alberto lo sabe?”
“No, todavía no…”

El silencio cayó de nuevo y Blanca miró a sus manos antes de decir:

“Isabel me contó cosas que yo no sabía… Me contó de cómo Rafael me había engañada haciéndome creer que las cartas que decían que no te importaba nada de mi y del niño eran tuyas…”

“Yo nunca sabía entonces que estabas embarazada. Lo supe solo años después.”

“¿Y por qué no me has buscado?” 

“Lo intenté, pero Rafael me alejó de las Galerías. Te escribí cartas pero pienso que mi hermano las hizo desaparecer… ¿Qué le pasó al niño?”

Blanca cerró los ojos y inspiró profundamente antes de murmurar:

“Rafael me mandó en Barcelona…para seguir un corso de formación, había dicho a todos…pero la verdad es que me mandó allí para que diera a luz mi hijo y lo entregara en adopción…Eduardo falleció el año pasado…”

“¿Cómo lo sabes?”

“Lo sé…y esto me basta…”

Nunca tenía ganas de contar como lo había sabido, de Max y de todo lo que pasó después.

“Lo siento mucho, Blanca…”

Lo miró y fue sorprendida de leer en sus ojos tristeza. El hombre que tenía en frente de ella le parecía tan diferente del Esteban Márquez que conocía.

“¿Lo has visto en estos años?”
“No, nunca…pero…”

Blanca tomó su bolso y buscó su cartera. La abrí y sacó una foto que dio a Esteban:
“Pero tengo esta foto….es lo único que tengo de él…”

Esteban miró a la foto algunos instantes antes de sonreír tristemente y decir devolviendo la foto a Blanca :

“Guapo como su madre…”

“Todas las criaturas son guapas…”

“Lo siento que tuvieras que afrontar todo esto sola…”

“No fue la primera ni la ultima vez que tuve que hacerlo…”

Blanca ordenó la foto en la cartera y la cartera en su bolso cuando Esteban le dijo:
“No has cambiado…eres la misma que hace veinte años…”

“Sí, con arrugas y canas…”

“No digas tonterías, eres siempre bellísima.”

“Y tu eres siempre un pico de oro…”

Sonrió un poco pero se quedó enseguida serio. 

“He cambiado, Blanca… He hecho muchos errores en mi vida, el mayor es no haber luchado más para la mujer que quería…” dijo mirándola en los ojos.

Blanca pasó nerviosamente la mano por su pelo antes de decir:

“Tengo que ir… He tomado un permiso para venir aquí, pero ahora tengo que volver a las Galerías…”

“Te acompaño.”

“No hace falta.”
“Por favor, Blanca. No sea testaruda. Déjame acompañarte.”

“Si insistes…”

Salieron de El Pausa y anduvieron por la calle en silencio. Blanca sentía que Esteban la miraba pero ella no se atrevía a levantar los ojos.

“¿Cómo está la vida en las Galerías?”

“Bien, no ha cambiado mucho.”

“¿Estás siempre vigilando en los pasillos como un perro guardián?” le preguntó sonriendo.

Blanca frunció el ceño y contestó:

“No estoy “vigilando como un perro guardián”, estoy solo haciendo mi trabajo y asegurándome que las reglas sean respectadas…” 

Esta frase dicha por ella después de todo lo que había pasado con Max le pareció muy irónica. Suspiró y viendo que Esteban se dirigía hacia la entrada principal de las Galerías, le dijo:

“No por aquí… tengo que entrar por la entrada de servicio…”

“Claro…”

llegaron a la otra entrada y se pararon en la callejuela. Esteban puso las manos en los bolsillos de su abrigo y dijo:
“Aquí llegaste…”

“Gracias por haberme acompañada”.

“¿Te recuerdas lo que pasó hace veinte años algunos días antes de las Navidades?”

“¿Cuándo me habías invitada a salir al restaurante?”

“Sí y que yo te esperaba escondido detrás de cajas de madera porque Rafael y Don Emilio no tenían que saberlo….y esperaba…esperaba…¿cuanto he esperado aquel día?”

“No sé…” sonrió Blanca. “No era mi culpa, Don Emilio no me dejaba in paz ni un segundo, siempre a preguntarme algo.”

“Y yo afuera que me había puesto en cuclillas y me dolían las rodillas… Sin parlar del frio que hacia…”

“Y cuando finalmente yo salí de las Galerías, requeriste no sé cuanto tiempo para ponerte en pie porque estabas blocado…”
“¿Blocado? Estaba completamente congelado!”

Blanca se puso a reír y Esteban hizo lo mismo. Sus miradas se cruzaron y se quedaron en silencio hasta que Esteban le dijo:
“Me gustaría verte de nuevo.”

“Vale…pues…hasta la próxima.”

Blanca estaba en punto de partir cuando Esteban tomó su mano. Ella se giró para mirarlo y no tuvo ni siquiera el tiempo de preguntar algo que él la abrazó. Blanca fue tomada por sorpresa y se quedó inmóvil en los brazos de Esteban.

“Estoy feliz de haber podido verte de nuevo, Blanca.”

Esteban la dejó y ella no respondió nada, solo sonrió antes de alejarse y entrar en las Galerías.

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