CAPITULO 4: ACEPTAR E IR ADELANTE

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Presente

“Afortunadamente este día se acabó. Tenía la impresión que nunca habríamos parado de trabajar” suspiró Isabel.

“Es verdad, hoy hemos tenidos que hacer muchas cosas.” respondió Blanca.

Las dos mujeres estaban andando por los pasillos hacia sus habitaciones. Blanca miraba preocupada a Isabel. Podía leer la fatiga en la cara de la otra jefa del taller: las ojeras más pronunciadas, su palidez.

“Isabel, ¿se encuentra bien?”

“Estoy un poco cansada, la verdad… Ahora voy a descansar antes de cenar.”

“Si necesita algo, me llama, ¿vale?”

“Sí, claro. Gracias Blanca. ¿Nos vemos más tarde? Nunca he olvidado que tenemos que hablar…”

“Eso puede esperar, Isabel. Que descanse.”

Isabel le sonrió y entró en su habitación. Cuando Blanca entró en su cuarto, abrió el armario y vio en frente de ella el vestido que le había regalado Esteban. Suspiró, lo tomó y se dirigió hacia el espejo. Sosteniendo el vestido delante de ella, se observó de arriba a abajo en el espejo algunos minutos. Después se sentó en su cama, poniendo el vestido a su lado. Se quedó así pensativa, acariciando distraídamente el tejido del vestido. De repente, se levantó y abrió de nuevo el armario. En la parte inferior, Blanca había puesto un paquete: lo tomó y lo puso en la mesa antes de doblar el vestido y ponerlo dentro. Cerró el paquete como cuando lo había recibido de Esteban y murmuró:

“Nunca seré esta mujer…”

Una semana antes

“Doña Blanca, alguien la pregunta en el hall” le anunció Pedro.

Blanca frunció el ceño, contrariada de haber sido molestada cuando estaba haciendo un trabajo que exigía precisión y concentración. Suspiró y se dirigió donde Pedro le había indicado. Cuando llegó allí, se quedó sorprendida de encontrar Esteban que la esperaba con las manos en los bolsillos de su abrigo.

“¡No me lo puedo creer!” se exclamó Blanca, sin esconder su irritación.   

“Antes que digas más, tengo una buena razón para estar aquí.”

“Esteban, no quiero ser molestada cuando trabajo y lo sabes. Habrías debido llamar antes…”

“Tengo que decirte algo que no podía decirte por teléfono.”

“¿Qué pasó?” preguntó Blanca, seria y un poco preocupada.

“Nada. Quería invitarte a una función de gala que tendrá lugar en seis días y...”

“¡No me lo creo!” lo cortó Blanca, más que irritada. “¿Has venido aquí y me has molestada para decirme esto?”

“Es un acontecimiento muy importante y querría que tu me acompañes.”

“No.” respondió secamente Blanca.

Ella estaba en punto de irse cuando Esteban tomó su mano. Blanca se giró y él le dijo:   

“Por favor Blanca…”

“Esteban, hablaremos de eso más tarde…”

“Lo siento si he venido aquí y te he molestada…pero es una ocasión muy importante. Ya no tenemos que escondernos…y querría que todos vean qué mujer maravillosa tengo.”

SOMBRAS DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora