1-Un nuevo amigo

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Era una noche oscura y lluviosa, relámpagos iluminaban la habitación en cortos segundos, pero suficientes para hecer ver siluetas y sombras.

Magnus Bane, un niño de seis años estaba bajo la cobija, mientras titiriteba de frío y temblaba de miedo, siempre le había dado miedo las tormentas y más cuando su padre llevaba alguna chica.

Pasaba horas deseando que la mujer se fuera para salir corriendo en busca de su padre, sin embargo, a veces le pegaba reclamando que era muy grandecito para que tuviera miedo a una tormenta eléctrica.

Sacó su cabeza y vio la pequeña habitación y esperando ver algun monstruo en frente de él, pero no fue así.

Los relámpagos seguían cayendo sin cesar, alumbrando y oscureciendo el lugar. Susurraba pequeñas plegarias para que alguien lo ayudara a no estar solo, a que ya no le diera miedo las tormentas.

Magnus cerraba sus ojos fuertemente cuando alumbraba, pero en uno de ellos no lo logró y vio algo, no algo, alguien.

Su pequeño corazón se aceleró y respiró profundo, quizá sea una sombra. Más no fue así.
Al volverse a iluminar vio a un niño como él, cabello negro y demasiado pálido.

Dejó toda preocupación y corrió a la habitación de su papá.

- Papá.- dijo casi llorando.-Hay alguien en mi habitación.

-Magnus, ¿ que demonios te he dicho de entrar así?-le gritó en frente de la chica, una mujer de cabello azul.

-Oye, esta asustado.- le reprendió ella. Su papá le sonrio y le dio un besito en la frente.

- Discúlpame, ire a ver que pasa, ¿ si cariño?- pidió él.

Su papá se levantó y caminó detrás de Magnus.
Ella era la única chica que podía controlar el mal genio de su padre, su nombre era Catarina Loss y era muy gentil y dulce con él, a veces parecía que podía controlar al hombre

-A ver niño.- dijo malhumorado.-¿ Dónde está eso que dices?.

Magnus no quería ni asomarse a la habitación, pero su papá lo empujó para que viera dentro.

Por unos instantes no vio más que oscuridad, entonces su papá encendió la luz y vio al niño sentado en su cama.

- Ahí.-dijo más asustado. El niño pálido lo miraba con una sonrisa burlona.

- Yo no veo nada.- reprocho él hombre.-Así que compórtate como un hombrecito.

-Papá, es que ahí está un niño.- sus ojos se llenaban con lágrimas de miedo.-Está viéndonos.

-Ya basta.-gritó cansado.-Acuéstate y déjame domir.

Su papá salió y cerró la puerta, Magnus comenzó a llorar a mares mientras se hacía para atrás.- No...no me ganas nada.

El niño dejó de reírse y se levantó.- Espera Magnus, no vine a hacerte nada, vine a acompañarte, se que le temes a la lluvia, yo también le tenía miedo, pero mamá me enseñó un cuento

-¿ Co...como sabes mi nombre?- susurró, seguía teniendo miedo, pero si no le hacía nada era porque no era su intención, ¿ cierto?.

-A mi me mandaron a cuidarte y tenía que saber tu nombre y edad.-le dijo el niño.-Por cierto, soy Alec Lightwood, Alexander.

-mmm, ¿ quiénes te mandaron ?-preguntó interesado.

-Unos ángeles.- le respondió Alec.-Vieron que necesitabas a alguien para acompañarte y cuidarte y me mandaron a mi.

-¿ Entonces vienes del cielo?, ¿ eres un angel?, ¿ por eso tienes tus ojos así de lindos?-le dijo el pequeño Magnus con entusiasmo, quizá era su Ángel de la guarda, como le habían contado donde su papá lo dejaba todos los días para irse a trabajar.

Amigo Imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora