15- Mitad de la verdad (2)

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— ¿Que?— trato de decir.— ¿ Que tienes que ver con esta gente?.

— Déjame  explicarte  cielo.— pidió  ella.

— Si no sueltan a Alexander  no te escuchare— sentenció. — Eso o nada.

— Por favor, cariño.— pidió ella.— Él  no vale nada, es un maldito Cazador de sombras, ellos son malos.

Eso  lo hizo pensar, hasta el mismo Alec le había dicho que no debía confiar en ellos, pero aun así confiaba en Alec  más  que en nada.

— Suéltalo. — le susurró.

— Magnus....

— Ese es mi precio  para escuchate, ya se que a mi no me conviene pero estoy seguro que a ti si, así  que vamos.— dijo mirando  a los hombres  y luego a ella.— Sueltalo de una vez.

— Está  bien.— dijo derrota. — Suelten  al sucio Cazador.

— El no es sucio.— murmuró. — No entiendo que haces  tu aquí  con ellos.

— Ya te lo diré.

Magnus los miró esperando a que hicieron  algo mal para gritarles, pero no fue así, al parecer si respetaban  a Diana.

Hablando  de eso, reparó  en el hombre que había llegado  de primero, Elias, lo había  visto dos veces en la escuela, una  fue la vez que entraron a su salón  y la otra fue cuando  se bajaron del auto  en frente del colegio y se querían llevar a Alec, aun que pensándolo , quiza y era a él.

Dejo de analizarlo y miró que Alec seguía dormido.— Ellos lo durmieron, despierten  lo.

— Cariño, eso es mucho pedir. — Diana tenia una sonrisa grande.

— Que lo despierten.— dijo una voz, Magnus  se alegro al escucharlo.

— Catarina. — le llamó, ella llego hasta él  y lo abrazó.

— ¿ Que hacen aquí?— gritó ella.— Sabes que puedes terminar en el Gard por obstrucción a los acuerdos  con la clave.

Diana comenzó  a reírse.— Lo dice la bruja doble moral, corrupta.

— Déjalos ir o haré que te encierren, Diana, estas demente.— contestó  Catarina  sin dejase afecta.— Y no estoy sola.

Otros dos chicos  y su ex-maestra, salieron por los lados. ¿ Es que todos sabían de todo?.

— Un diurno, dos brujos y una cazadora....¿ de verdad?— se río.

— ¿ Y tu?, una mundana, me sobra con sacudir mi mano  para que estés muerta.

— Cat.— susurró  Magnus.— Solo vamonos.

— No te irás.— dijo Diana sonriendo. — Y tu, Catarina, más  te vale que lo sueltes.

— Definitivamente  no.— resoplo  Magnus.— Diana, yo te quiero mucho, pero amo a Catarina  como a mi madre , así que no te voy a permitir  que le hables así.

— Bien, entonces  acompañan me para que hablemos.

— No, Magnus, tu no sabes, esta mujer esta demente. — le susurró  — No tienes que ir con ella.

— Es que si no voy se llevarán  a Alec.— dijo preocupado. — Venían  por él  pero yo me metí.

— Entonces  deja que se lo lleven.— le pidió bajito.

Magnus  la miró asombrado. — ¿ De verdad has dicho eso?.— preguntó  dolido.

— Si, pero ya veo que no vas a ceder.

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