XI. DESOBEDIENCIA

18 3 0
                                    

Muchos jóvenes constantemente viven conforme a lo que desean, de momentos se olvidan de Dios.

En ocaciones, planeamos cosas conforme a lo que pensamos, y el consejo del Espíritu Santo lo dejamos para lo último, al final, lo ignoramos.

Las ganas desenfrenadas de alcanzar lo que queremos nos hace correr por esta vida sin propósito, siguiendo un premio efímero, porque planeamos mal cuando sacamos a Dios de nuestro plan.

Cuando le encomendamos a Dios lo que más anhelamos, podemos correr seguros por un premio que permanece.

A veces, actuamos como Jonás cuando Dios nos da una orden  que nos incomoda, hacemos todo lo contrario porque no estamos de acuerdo con él, dejamos de orar, de meditar en su palabra, de alabar, esto  nos aleja de Dios, y nos encargamos de nuestras cosas con total autosuficiencia. Nos vamos tan lejos, que pensamos que allá donde estemos Dios no nos va a alcanzar, y en ese lugar hacemos lo que no debemos, porque pensamos que él no nos ve.

La palabra de Dios dice: 23 El Señor afirma: «Lejos o cerca, yo soy Dios. 24 ¿Quién podrá esconderse de mi vista? Con mi presencia lleno el cielo y la tierra. Yo, el Señor, lo afirmo. Jeremías 23:23-24 (DHH).

Cuando todo nos sale mal, cuando no encontramos salida, cuando de un momento a otro la tragedia nos toca, ahí recordamos a Dios, lo bueno de todo es que, si nos arrepentimos de corazón, buscamos a Dios y dejamos de hacer lo malo, él nos escucha.

Hay momentos en los que nos aferramos a cosas que no nos pertenecen, solo porque nos brindan satisfacción.

Queremos comer frutos de árboles que no sembramos, hasta llegamos a pelear con Dios exponiendo como argumentos nuestros ideales, nos olvidamos totalmente de la soberanía del Señor.

Otras veces, nos enojamos con Dios porque él no hace lo que nosotros queremos, puesto que, en ocasiones no nos da lo que anhelamos, sentimos que es injusto que unas personas avancen, y que de momentos, nosotros nos sentimos estancados, no entendemos el propósito de lo que estamos viviendo en el momento.

Hay otras circunstancias en las que aspiramos conservar perpetuamente algo que hemos conseguido de un día para otro, no nos sorprenda si algo que se construye velozmente, se derrumba rápido.

Si queremos que algo permanezca en el tiempo, debemos edificarlo con paciencia.

De hecho, la biblia nos enseña:
11 La riqueza lograda de la noche a la mañana pronto desaparece; pero la que es fruto del arduo trabajo aumenta con el tiempo. Proverbios 13:11 (NTV).

A la hora del té, la desobediencia no deja nada bueno, no nos conviene denominarnos autosuficientes, hay situaciones crueles que no podemos pasar sin la ayuda de Dios. Sí, como personas fallamos en muchas cosas y hasta llegamos a ofender a Dios, pero cuando nos percatemos de ello, debemos corregir inmediatamente y tomar la decisión radical de no volverlo hacer.

Un Joven DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora