22. Regreso

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Las palabras que salieron de la boca de Gustabo, se sintieron extrañas para él

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Las palabras que salieron de la boca de Gustabo, se sintieron extrañas para él.

El relatar una historia que vivió en cuerpo, más no en pensamiento, fue algo que le causo incomodidad. James, el chico que usualmente se mostraba bastante suave, empático, y de buen corazón, en realidad había experimentado una realidad desgarradora, en la que el trauma eclipso cada momento preciado.

Para todos los presentes, el dar cuenta con ese hecho, fue bastante conmovedor. Aprender junto a él que el duelo podía llegar años más tarde, y que este realmente iba a ser su cierre, le llegó al alma. Lo vieron coser esa herida que, si bien no iba a sanar, por fin pararía de sangrar.

Los tres querían acompañarlo en ese proceso, donde la cicatriz sería inmensa; en el que experimentaría un dolor intenso que lo haría querer retroceder, queriendo guardar nuevamente sus sentimientos en ese cajón cerrado. Donde entendería que, para poder estar realmente al lado de Aiden, tendría que soltar todo lo que en su momento no pudo por el temor de aceptar que él ya no estaba.

Que las mañanas en las que recibía un beso por su parte, ya habían dejado de existir.

Momentos que marcaron un antes y después en su vida, donde la ausencia de un ser querido siempre le corroería el corazón.

Pero estaba bien aceptar eso, saber que ya no iba a estar. Le ayudaba a seguir adelante, apreciando cada uno de esos instantes. El dolor le aseguraba que Aiden seguía vivo en su corazón, y que su despecho era totalmente válido.

Todo ese proceso de aceptación, de realización, fue algo que inquieto a Gustabo. Para él, llego a serle de gran dificultad el abrir la boca, dejando salir una narrativa que le heló al igual el corazón, con una anécdota que no le era perteneciente. Posiblemente, se sumó su incapacidad de hablar sobre unos sentimientos fuertemente sobresalientes, donde entonar con el corazón fue lo que le causo ese malestar.

A diferencia de James, quien lograba entablar más fácil una conversación, García evitaba decir una palabra de más.

Dar nombre a sus emociones fue algo que nunca aprendió a hacer. Y tener que tratar con ellos, sin identificarlos, genero un mayor recelo a esa acción. Resultaba más sencillo el evadirlo, llevándolo a un rincón sucio de su mente; evadiendo las consecuencias de sus actos, sabiendo que a futuro le pasarían factura.

García creyó ser el único al que le costaba hacer algo tan básico, hasta que dio con ese recuerdo. Descubrió que a James también le costaba abrir la boca cuando se trataba de sentimientos con un trasfondo en especial, que su mente quedaba en blanco, y su ánimo se diluía hasta quedar en nada.

Quizá el nació de esa sobreexposición a las palabras, a la dificultad de desarrollar las ideas que se acumulaban en su mente. Al hecho que lo abatía cada vez que pensaba en abrir su boca, callando a causa de la ansiedad.

Por eso, exponer lo que James sentía, dándole la voz que él se sentía incapaz de soltar, fue algo más profundo de lo que se pensaba. El rubio habló por los dos, confundiendo que realidad le correspondía, aceptando de a poco que esos sucesos los encarno en vida propia; consciente o no, él siempre estuvo ahí.

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2023 ⏰

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𝐓𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐦𝐞, 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐲; 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐚𝐛𝐨𝐰𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora