7. Fred

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Su explicación no fue lo suficientemente convincente como para poder pasar por alto su estadía allí

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Su explicación no fue lo suficientemente convincente como para poder pasar por alto su estadía allí.

Su voz..., si bien trataba de sonar firme, tambaleaba a la hora de pronunciar las palabras que había maquinado en su mente; ese guión improvisado que no hacía más que cambiar la versión de los hechos, sembrando la verdad bajo un cúmulo de mentiras. Sus compañeros flaquearon un poco ante el relato, pero comprendieron que las personas se aburrían, y si él la pasaba bien con ellos, ¿Por qué discutir? En sus cabezas no podía existir la razón verdadera, por lo que aceptaron sin ningún problema su explicación. Un alivio para el rubio, quien sudaba frío ante la cantidad de miradas sobre él.

Probablemente, estaban viendo que carecía de alma.

Grúas, muy por lo contrario, no creía ninguna de sus palabras; sus frases atropelladas, seguidas de una vaga explicación y un lenguaje corporal extraño, levantaban sus alertas de una manera demasiado incómoda. Él conocía muy bien a Wilson, a su Wilson, a ese pequeño cabrón que no se dejaba guiar por pequeñeces; el chico que, en la oscuridad, se desenvolvía a la perfección. Por ello, verle allí por cuenta propia era demasiado desconcertante, quizá hasta sospechoso.

Él, sin embargo, no iba a quedarse de brazos cruzados.

—Sabes muy bien que no me trago nada de eso, ¿Verdad? — Comenzó diciendo Armando, quien le hablaba de manera brusca a Gustabo.

—¿Por qué no habrías de creerme? No tiene sentido venir por otras intenciones— con un tono claro, el rubio evitaba tambalear. El aura dominante de su jefe resultaba asfixiante, y la falta de apoyo por parte de sus compañeros le hacía sentir más pequeño.

El castaño se había encargado de dejarles solos, solicitando en silencio un poco de espacio a sus compañeros.

—Tú, entre todos los demás, serías incapaz de venir acá por una razón tan absurda; no tienes la actitud de un infante sin padres. ¿Para pasar el rato? ¿En serio, Wilson? No existe una excusa más patética que esa, al menos trata de currarla un poco— bufando, sus labios se torcieron en un evidente desagrado. Resultaba agotador procesar la situación, más cuando todo se volcaba cada vez más. —No estás en la edad de guiarte por gilipolleces, no seas ridículo— regañando al rubio, el de gorro de pescador lo vio con pesar. Ah, esperaba tanto de él... y esa sorpresa no hizo más que bajarle de esa nube— no eres el Wilson que conozco. No, creo que ni siquiera te conozco. De todos los aquí presentes, creí que eras a quien mejor conocía, pero veo que no es así. Es... decepcionante, esperaba más cosas de ti, chico— con un contacto helado, las manos cubiertas de su superior apretaron su hombro, mientras su cabeza se movía de un lado para el otro; negando, renegando esa actitud impropia de él.

Y Gustabo... solo podía ver la decepción plasmada en su rostro.

Armando se sentía decepcionado, demasiado molesto como para escuchar sus razones.

𝐓𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐦𝐞, 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐲; 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐚𝐛𝐨𝐰𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora