3. Espejo

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El pilar de su relación era la confianza

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El pilar de su relación era la confianza.

Esa creencia que depositaban en el otro, la seguridad de garantizar el camino correcto. Significaba transitar a oscuras, en calles profundas, con el miedo calando sus huesos; significaba creer en que las decisiones que tomaba su amiga, con la esperanza de ver un beneficio en ellas. Era seguir su voz, la que iluminaba la oscuridad que le consumía.

De esta manera, él podía confiar. 

Para ellos, esa era la manera más sincera de comunicación, porque así median los riesgos de dar más de sí; de dar un pedazo de su corazón.

Sus mentes se enlazaban al momento, ignorando las incoherencias que se podían escapar de su boca; creyendo en sus ideales, las palabras tangibles se deshacían. Ambos habían congeniado de una manera bastante particular. Por ello, no era de extrañar que hubieran acabado de esa manera

Con su calor corporal rozando cifras extremas, Gustabo trato de pasar la saliva que se acumuló en su boca. Claro que escucho lo que dijo Michelle, claro que lo acepto.

No solo confiaba en ella, también la respetaba.

La respetaba como individuo; cómo esa partícula que se añadía a la extensa red del universo. La respetaba cómo mujer, con todo lo que representaba; la dulzura que encontraba en su fuerza, en su sacrificio. En la sangre, sudor y lágrimas que derramo para estar allí. En la perdida de sí, de la oportunidad de ser ella misma.

Cada vez que la veía, su admiración y orgullo crecía. En algún momento tuvo ese pensamiento infantil que decía "quisiera ser en algún momento como ella".

Ahora mismo, dudaba cumplir esa meta, pero ello no le dolía. Él sería feliz con el simple hecho de permanecer a su lado. Quería empaparse en los méritos de Michelle y gritar al viento cuanto la amaba.

Aunque no dudaba en expresar cuanto la quería, él también adoraba la relación que ella tenía, al causante de esa divina sonrisa que podía admirar por horas. Freddy Trucazo, su compañero de oficio, y pareja de su mejor amiga.

Gustabo no era ciego, y él mejor que nadie podía reconocer cuando alguien merecía su visto bueno. Con puntos del cero al diez, Freddy era un veinte.

Sí, lo reconocía, aunque le parecía lo suficientemente atractivo como para pedirle a Michelle verlo con mayor detalle, los puntos restantes los adquirió al tratar tan bien a Evans. El rubio solo quería ver a la mayor feliz, y Trucazo lograba eso.

No solo era un buen agente, sino que también era un buen compañero de vida. La complementaba y, por encima de todo, la amaba. Él estaba dispuesto a darlo todo por ella, y esas acciones compraron al completo al chico. O al menos eso fue mucho más adelante, porque el día que le conoció fue uno de los más intensos.

Con los nervios a tope, la primera impresión no fue la más grata.

Ambos estaban acostumbrados a ocultar esa sed de sangre que les cubrían las espaldas, demostrando que el peso de una muerte no les carcomía la cabeza; si mataron una vez, no dudarían en hacerlo un par más. Con una sonrisa practicada, preguntas del gaje del oficio, una por una, las mentiras de ambos se tambalearon. Entre gente cortada por la misma tijera, se podían reconocer.

𝐓𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐦𝐞, 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐲; 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐚𝐛𝐨𝐰𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora