6. Intereses

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Si bien sus emociones aún le quemaban vivo, Gustabo sabía que su deber con el trabajo iba primero

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Si bien sus emociones aún le quemaban vivo, Gustabo sabía que su deber con el trabajo iba primero. Dispuesto a acelerar su integración dentro de la mafia, su propósito del día era conseguir afianzar un poco la relación con ellos.

Necesitaba tener la vía libre para poder operar sin ningún inconveniente; sin tener los cuestionamientos de los jefes sobre sus acciones.

Quería ayudar a ambos bandos, mientras sentía que era una persona útil.

Para ello, debía hacer dos cosas: primero debía calmarse, tranquilizar el golpeteo constante de su corazón, evitando que un mayor mareo abatiera su cuerpo. Luego llamaría a Emilio, su único compañero dentro de la organización. De esta manera lograría ir a la sede sin problemas.

Era importante para la misión.

Contabilizando sus respiraciones, la numeración constante ayudo a que sus antes fuertes inhalaciones, fueran ahora sutiles, como un soplo de brisa que a duras penas rozaba la piel. Lograba deshacerse lentamente de sensaciones negativas que intoxicaban su sistema.

Ya con la mente clara, García se dispuso a salir de servicio, dando así por terminado su turno.

Sujetando entre sus manos la ficha, algo le inquieto. ¿No debía salir que había entrado en servicio? Recordando que, por las prisas, ni siquiera lo inicio, una fuerte risa resonó en su cabeza.

"Menudo policía estaba hecho" pensó mientras rascaba su cabeza. Bueno, él no era quien realmente operaba dentro de comisaria, por lo que era normal haberlo olvidado.

Su responsabilidad principal no era ser la muñeca que Jack Conway esperaba.

—Vamos Gustabo, nosotros podemos. Vamos a hacer lo que debemos— dándose ánimos, sus pasos le guiaron hasta su coche, ese pedazo de metal que trataba de dar su último aliento para llevarle.

Debía pedirle al Super un aumento, de esa manera conseguiría un coche que no echara humo.

Con sus manos sobre el volante, comienzo su recorrido. Primero haría lo que le enseño su superior, la mejor manera de infiltrarse sin llamar la atención.

De esa manera, comenzó con el cambio de ropas.

En camino a la tienda de ropa más cercana, su voz fluía en un tarareo desconocido. Usualmente, le ocurría, su mente llegaba a recuerdos que no sabía tener. "¿Acaso la información almacenada en su hipocampo estaba fallando?" No entendía cómo ese funcionamiento de su cerebro se ejecutaba con los demás, tomando en cuenta que allí es donde se almacenan los recuerdos. Extraño, cuanto menos.

Cantando sin entender la letra, el paso del tiempo corrió, escapándose de sus manos y enviando la señal de que ya había llegado a su destino. Ya en el local, trato de integrarse con el entorno. Simulaba ver cada sección, llegando lentamente a la que le interesaba: las prendas masculinas.

𝐓𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐦𝐞, 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐲; 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐚𝐛𝐨𝐰𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora