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Una hora más tarde; lo que calculé según mi criterio fue una hora, entró Joseph con una venda en la parte del brazo donde lo había apuñalado. Estaba molesto, lo podía ver en su mandíbula. Se acercó a mí con cautela y con su brazo bueno; el derecho, me abofeteó.

- No me gusta golpear a las mujeres pero, si la situación lo amerita debo hacerlo -volvió a golpear más fuerte.

Sentí como un hilo de sangre corría por la mejilla, las lágrimas comenzaron a picarme en los ojos y dejé que salieran.

- Deja de hacer lo que no te gusta -pude decir.

- Te lo mereces por perra atrevida -me golpeó otra vez, sentía que la comisura derecha de mi boca también empezaba a sangrar.

Se agachó frente a mí y tomó mi cara con su mano y la apretó obligándome a besarlo, su lengua invadió mi boca y por primera vez un beso me pareció algo asqueroso. Mordí su labio para que se alejara y funcionó. Pasó su lengua por la cortada y sonrió. - Últimamente estas muy peligrosa, eres la más valiente de todas las que han venido aquí. Ninguna me había enfrentado - todo cobró sentido.

Todas las chicas las había visto en sus fotografías. Lo de la historia del anuario y todo quizá era una farsa, también.

- Joseph... ¿de verdad en algún momento me amaste? - dije en medio de las lágrimas.

- Sí y lo sigo haciendo. En realidad mi misión era enamorarte pero, me enamoré de ti -vi un brillo en sus ojos que me recordaron al chico del cual me enamoré - Pero, familia antes que una simple chica -me dolió más de lo que me pude imaginar.

Joseph saco de su bolsillo trasero mi celular que luego estrelló en el suelo y lo pisó. Había pensado en donde estaría mi celular, sabía que ellos lo tenían y ahora no existía. Ojalá el mensaje que envié lo hayan visto y estén buscándome.

Quería tocar mi cara para saber qué tan fuerte había sido el daño que Joseph me causó, nunca pensé que sería capaz de eso. Terminó de patear los pedazos lejos de mi vista, me lanzó un beso y me dejó sola en la habitación.

Me comencé a sentir mareada, no me dejaría caer; quien sabe de lo que con capaces esa gente en lo que estoy dormida o desmayada. Resistí lo más que pude...

...

Sentí como el agua fría me bañaba, el cabello me cayó a ambos lados de la cara, me molestaban hasta en la boca pero, no podía apartarlos. Otro balde de agua fría me cubrió.

- Pero, ¿Qué mierda? -grité a quien sea que estuviese echándome el agua.

- Ya despertaste -dijo la persona que no podía ver. - Vamos a llevarte a tu habitación -el hombre me desató y me llevo a la que sería mi habitación-cárcel.

Era bonita para estar en un lugar como este, la acepté solo porque no pensaba pasar mi secuestro amarrada a una silla de metal en lo que parecía la "habitación de la tortura".

El hombre salió dejándome sola, revisé toda la habitación en busca de algún truco, cámaras o micrófonos pero, no encontré nada. Me di un baño rápido y me puse la ropa que había encontrado en el armario. Di vueltas por toda la habitación pensando en que haría para salir de este lugar.

La puerta de la habitación se abrió y entró una de las chicas.

- Hola, Soy Ana. Solo vine a darte la bienvenida, alguien aquí tiene que ser agradable sabiendo lo que sufriremos aquí -dijo aun parada en la puerta.

- Gracias, supongo ¿Cuánto tiempo tienes aquí? - ¿Por qué me daba la bienvenida a lugar como este?

- Cinco meses. Conocí a Joseph en la escuela y bueno te sabes el resto -me dio una sonrisa triste. - ¿y tú?

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