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La mamá de Thomas es una señora muy buena, solo porque Joseph es el mejor amigo de su hijo nos dejó solos en su casa y se fue a su habitación. Joseph sabe exactamente donde está todo y no le preocupa quedarse en esa casa.

- ¿Volvemos a lo de antes? - ¿Q&A? -dice para ver si me animo a algo

- Ya no quiero, Ty me desanimó.

- Está bien, ¿y qué quieres hacer ahora?

- Nada -Joseph seguía en la misma posición de hace rato y yo estaba fija de brazos cruzados mirando hacia la cocina.

Joseph soltó un suspiro largo y estruendoso.

- ¿Sabes?... me caes bien. No te conozco muy bien y para que las personas me caigan bien deben durar por lo menos varios meses interactuando conmigo, pero contigo es diferente. El primer día que te vi en la parrillada, pensé que eras un engreído, antipático e idiota. No me equivoqué, pero me caes bien -me giré para mirarlo y estaba sonriendo con un idiota.

- Tú también me caes bien, eres una de las pocas mujeres que no ha caído tan rápido a mis encantos -se echó a reír.

- Idiota

- Y me gustas -dijo y no había ni una pizca de diversión en su rostro, me sonrió con timidez.

Me sonrojé y mire hacia otro lado. Yo también sentía algo por él, pero no era nada fuerte, no podía decirlo ahora.

- Idiota -lo miré y sonreí, él también me sonrió y sabía que esa palabra no era para insultarlo.

- Ven, sé que quieres abrazarme -no lo podía negar de ninguna manera.

Me acerqué a él y me recosté a su lado, pasó su brazo por encima de mis hombros y mi cabeza quedó en su pecho. No sé cuánto tiempo duramos así, pero el ambiente se sentía cómodo.

No había interrupciones, no había sonidos extraños. Solo nuestras respiraciones y los latidos del corazón de Joseph contra mi mano. Todo era placentero, único y tranquilo.

Ningún momento con Nate había sido así, no las pasábamos peleando por cualquier estupidez. Creo que en algún momento me quedé dormida, porque la mano izquierda de Joseph se encontraba en mi pierna y sentí que habían pasado varias horas. Lo mire y se veía adorable durmiendo, me removí un poco y se despertó.

- Hola -dijo con la voz ronca - ¿Nos quedamos dormidos?

- Parece que si -le sonreí.

- Una pregunta -note en sus ojos un destello pícaro.

- Si, dime -lo mire atenta.

- ¿No traes brazier? Porque he abrazado muchas chicas en mi vida y ninguna se siente como eso -dijo intercalando la mirada entre mis ojos y mi senos.

- No, además no se nota nada - dije apartándome con gentileza.

- No, para nada.

- ¿Qué hora es? -dije algo preocupada, Ty debe estar pensando lo peor.

- 12:43 p.m.

- Mierda, debemos irnos -me levanté rápidamente del sillón a recoger mis cosas. Joseph seguía sentado, despreocupado de la vida. - ¿Qué esperas? Levántate

- Cuando me des un beso.

- Pues puedes quedarte ahí sentado, llamaré a Connor y el vendrá por mí.

- Está bien, Heillie. Tu ganas -se levantó malhumorado del sillón y tomó sus cosas.

Joseph cerró la puerta de la casa como le había indicado la señora y salimos en silencio. Sacó las llaves de su Jeep azul marino y abrió la puerta del copiloto para mí, subió y arrancamos.

El viaje estaba callado, no podía creer que estuviese enojando porque no quise darle un beso, él no puede pretender que haré lo que diga. No somos nada.

Nos detuvimos en un semáforo, se mantuvo con la vista al frente. Pasó su mano derecha por su cabello y luego la dejó sobre su pierna, lo dude ni un segundo. Tomé su mano entre la mía y me miro con extrañeza.

- Hablamos de los besos -dejó de mirarme y apartó su mano.

El trayecto continúo en silencio. Aparcamos frente a la casa de mi tía y no me miró.

- Buenas noches, Heillie -dijo y espero a que saliera de su auto.

- No me iré hasta que me mires -lo reté.

Luego de varios minutos dejó escapar un suspiro y me miró. En sus ojos podía notar lo enojado que estaba, dejó sus manos sosteniendo el volante tenía los nudillos blancos por la presión que están ejerciendo. Extendí mis manos hacia él, en una señal para que tomara mis manos.

- Toma mis manos -dije después de que no se había inmutado.

- No -dijo y las deslizó para dejarlas descansar sobre sus piernas

- Por favor

- No, querías que te mirara para que te fueras. Ya lo hice, vete.

- Todavía no -en un movimiento rápido tome una de sus manos, pero no se opuso.

- ¿Qué quieres Heillie? Ya vete, Ty debe estar esperando detrás de esa puerta

- No me importa, vine aquí a divertirme no a ser controlada.

- Sí, pero... - o lo deje terminar la oración. Fui yo quien dio el paso, fui yo quien lo besó esta vez. Se apartó y me miró extrañado. - ¿Qué mierda? Hace rato no querías que te besara y ahora esto.

- Cállate y bésame - e ordené. Al fin un beso en el cual estamos de acuerdo los dos. Sin distracciones ni oposiciones.

Se separó de mí y gruñí porque quería más.

- Creo que estamos algo incómodo -dijo riéndose de la situación.

Echó el asiento para atrás para hacer más espacio entre él y el volante, entendí lo que quería y no dudé. No se cómo pero, crucé hasta estar sobre su regazo y quedar frente a él.

- ¿Mejor? -dije algo nerviosa por lo que podría pasar.

- Mejor

- Esta es una posición comprometedora -dije con un tono de nerviosismo en la voz.

- Lo sé -comenzó a besarme otra vez, pero esta vez con más pasión.

Sus manos estaban por todas partes, pero las dejó quietas en mi trasero, que atrevido. No me importo.

Nos apartamos un poco para poder respirar, movió sus manos y las puso en mi cintura. Y lo volví a besar. Movió sus manos hacia mi estómago y fue subiendo. Me estremecí bajo su toque. Deje de besarlo y me incline hacia atrás, sin querer choque la bocina.

Ambos saltamos del susto y comenzamos a reírnos, pero nuestras risas fueron interrumpidas cuando la puerta de casa se abrió y estaba saliendo un Ty soñoliento y malhumorado que se frotaba los ojos.

Abrí la puerta del piloto y me lancé hacia fuera, Joseph me alcanzó mis cosas y le di un beso de despedida y salí corriendo hacia la casa. Ty me miraba raro y también miraba ese Jeep azul marino que estaba arrancando.

- Me quedé dormida en la casa de Thomas, además no tengo que darte explicaciones.

Lo dejé ahí parado y subí a mi habitación.

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