12. Egos

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Capítulo doce
Egos

—¿Estás de broma, verdad?

Liam sonríe con inocencia, sacudiendo su cabeza de un lado a otro.

—No entiendo a que te refieres.

¿No entiende a qué me refiero? Sí será...

Tuve que mentir a mi mamá diciendo que iba al cine con una "amiga", subo en esa horripilante motocicleta del mal y, ¿ahora esto?

Genial, este tipo quiere acabar conmigo.

Definitivamente, me sacará canas verdes. He acompañado a Hamilton a todas sus peleas, cinco en total, aunque las carreras son otro rollo —afortunadamente —, no hemos ido a una y él tampoco las menciona. Sí algo he aprendido en este tiempo, es que, el Domo no es sólo una estructura sólida y las peleas tampoco son en un único lugar.

Ahora, tenía los ojos abiertos, expectantes a que se tratará de una broma. Es imposible que crea lo haré.

Esto debe ser una pésima broma.

—Te lo suplico, dime que es una broma.

Hamilton esbozó aun más su sonrisa.

Maldito.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo? — distinguí la burla en su voz.

¡Claro que tenía miedo! Moría de miedo, por otro lado, me niego a darle satisfacción. Lo único que deseaba era borrar esa jodida sonrisa. Virgen Santísima, ayúdame con éste demente depravado.

—Por supuesto que no — mentí, intentando sonar muy creíble. —Dime, listillo, ¿cómo esperas qué entré a esa cosa? En cualquier momento se caerá.

—Vamos, Sheccid, has dicho eso de todos los lugares a los que hemos ido.

—Sí, porqué todos esos lugares son peligrosos. Y este, particularmente. — tragué cobardemente — ¿No podemos entrar por la parte de en frente o alguna otra entrada cerca del piso?

Inconscientemente, busqué una escalera o mínimo una cuerda. Eran apenas las seis de la tarde y ya podía observar el color azul oscuro del cielo resaltando las estrellas, unas más brillantes que las otras. Sin la capacidad de darme un reflejo de luz que me permitiera ver dentro de la negrura de ese edificio.

¿Y sí un monstruo sale y me come? ¿Qué tal si esto es una trampa de Hamilton y de su séquito para abusar de mí?

¡Joder, Alex! Quita esas tonterías de tu cabeza, Hamilton no sería capaz de eso, ¿cierto?

Sacudí la cabeza sin quitar la vista de la altura, ¿ya había mencionado que les tenía miedo?, partes de su techo se caen, está en ruinas como muchos otros lugares a los que hemos ido.

—No es tan malo, Sheccid. No se ve tan mal por dentro.

Le envié una mirada fulminante, está loco sí piensa que voy a entrar, sería un suicidio. Y soy muy joven para morir, tengo una vida por delante y además, no he conocido el mar. Ok, creo que estoy dramatizando demasiado. Nunca había venido a un lugar como éste y tengo demasiado miedo, imagino la altura y me quiero echar a llorar. Obvio, no lo haré, tengo dignidad como para mostrarle mi debilidad.

—Anda, Pikachu, ya me está marcando Jasso. — me apresuró, golpeando los rastros de vidrio de la ventana rota y meter las piernas para saltar y desaparecer.

¡No puede ser! ¡Se ha matado!

—¡Hamilton! — me agaché y grité hacia la oscuridad.

Estaba a punto del colapso, no recibía respuesta, ¿necesito llamar a emergencias?

DESASTRE CON "L"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora