Capítulo Treinta y dos
La Fotografía IEl cielo aún mantiene ese tono azul oscuro con puntos brillantes sobre él, igual que todas las madrugadas.
«Loving can hurt, loving can hurt sometimes. But it's the only thing that...»
Caminé colina arriba mientras la canción fluye por mis oídos. Fijo mi vista en el camino, volteando a las laterales de una calle semivacía, al verificar que no se acerca ningún vehículo, crucé la calle, pasando a un lado de la gasolinería y la construcción a un lado de la panadería con nombre “Esperanza”.
—¿Es qué, todas las chicas buenas son tan madrugadoras?
Automáticamente, me detengo al escuchar esa voz, me quito uno de los audífonos y lentamente, giro la mitad del mi torso sorprendida. Es Liam, él me sonríe detrás de la ventanilla de su Camaro abierta.
¿Cuánto ha pasado desde la última vez que nos vimos?
Me siento como una estúpida al pensar en aquella pregunta, ha pasado tan solo un fin de semana y sentí que fueron décadas. ¿Dónde está Lady Dramas? Exacto, aquí estoy.
Decido ignorarlo y continuar con mi camino, había quedado con los chicos llegar temprano para platicar de algo que le pasó a Edwin, el problema es que cada paso que daba era seguido por el auto y su dueño.
—Vamos, Sheccid, ¿no vas a saludarme? — cuestiona. Me mantengo firme en mi decisión, por lo que sigue: — ¿Acaso el gato te ha comido la lengua en estos dos días?
«No le prestes atención. Nadie está a tu lado.» me digo, tratando de convencerme que su existencia no tiene efecto sobre mí.
—Ya se, me extrañaste, es por eso que estás tan nerviosa, ¿verdad? — entona arrogante, mi quijada casi llega al piso, ocasionando una ladina sonrisa ególatra — Seguramente, estuviste todo el fin de semana en vela por pensar en mí.
¡Qué le den! ¡Este hijo de... Tuntakamon!
—Oye, ¿no tienes nada mejor que hacer? — pregunté volviéndome hacia él.
—No.
¡Que tipo más molesto!
—Es que aquí tengo a mi chica favorita. — eso me deja a la deriva.
Trago un poco saliva, aun así mantengo mi gesto de desagrado.
—Tú no eres mi chico favorito. — dije con la esperanza de decepcionarlo, en lugar de ello, suelta una carcajada que me fastidia — Hamilton, tengo clases, si no lo sabes, por aquí es el camino.
—Claro, claro. Si yo venía antes aquí, Sheccid. Pero, no recuerdo que las clases sean..., — mira el reloj sobre su muñeca, — a las seis y media de la mañana. ¿Sabías que ser una chica tan recta y aplicada, también tienes sus peligros?
Lo miro agobiada, este chico me sacará canas verdes.
Me detengo, mirándolo agobiaba.
—¿Me estás hablando de peligros? ¿Tú? — pregunté, arqueando una de mis cejas.
—Si, yo.
Pongo los ojos en blanco. Es increíble el cinismo de este chico, sin contar la gran capacidad que tiene para arruinarme la mañana. Lo peor de todo, es que él lo disfruta.
—Eres irracional. — bufé.
El soplo del aire, hace que las hojas de un árbol caigan sobre mi cabello, uno de mis mechones recae en mi rostro, haciéndolo reír. Liam baja del auto, llevándolo detrás de mi oreja.
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DESASTRE CON "L"©
Roman pour AdolescentsPor una mala jugada, Alex Peñaloza (la chica buena del instituto) se verá obligada a entregar la tarea a nada más ni nada menos que al chico malo del colegio. Tareas que hará que Liam Hamilton centre toda su atención en ella, y ocasionará que el atí...