Capítulo 9
La pizzeríaEl típico tráfico de la tarde me tiene con los nervios de punta, jamás había sentido tanto miedo; bueno, a excepción de la primera vez que llegué tarde a casa y mamá me sorprendió en el instante en que intenté entrar a hurtadillas y encendió la lámpara de la sala. <<Creo que jamás olvidaré ese día, como tampoco olvidaré este.>>
Nos perdemos entre la multitud de automóviles; sí había alguien siguiéndonos estoy segura que ya no podrá encontrarnos con facilidad, es más, estoy segura que no lo harán. Hamilton desciende por la picacho, intercalándose en zigzag de una hilera a otra, el semáforo cambia a verde y acelera nuevamente. Supongo que lo que pretende es asegurarse de que no corramos ningún riesgo de ser atrapados, de otra forma, no entendería tanta maroma. A pesar de estar "aparentemente" a salvo mi corazón sigue latiendo de forma acelerada, temiendo la posibilidad de ver salir a una patrulla de la nada y nos pesque. Después de lo que pasó no me siento segura de nada.
—Sheccid. — el susurro de su voz sobre mi oído, su frescura es como un cosquilleo sobre la piel de mi cuello.
No respondo.
Lentamente reduce la velocidad de esta cosa del demonio, frunzo el ceño cuando una de sus manos baja despacio, posicionándose sobre mi pierna izquierda, acariciándola.
—Ey, ¡no me toques! Manos en tu Harley.
Él se ríe, ignorando lo que digo y acelera.
—¿Te han dicho que eres muy mandona y muy gruñona?
— Y a ti, ¿te han dicho qué eres un imbécil?
Fueron unos cuantos segundos en los que no dijo nada, — Si, me lo haz repetido demasiado que parece una locura que seas la primera y única, que ha tenido el honor de recordármelo en una pequeña fracción de tiempo.— suelta con diversión.
Me quedo con la boca abierta por unos segundos antes de cerrarla con rapidez, la velocidad, el lugar y el riesgo que me tragué algún bicho es enorme, y no, que asco. No puedo creer que este tipo se tomé todo a juego. Siempre tan despreocupado por lo que pasa a su alrededor que no me sorprende como se ha ganado su mala reputación, después de lo que he visto no me queda ninguna duda.
El silbido que crea la aceleración del vehículo mientras dejamos parte del camión detrás, vibra dentro de mis oídos. Su respiración no deja de darme cosquillas en la nuca, tenerlo atrás de mí no me hace sentir aliviad, pero, al menos, estoy — ligeramente — más protegida y segura de no caer. Mis ojos y boca continúan tan apretados que no corro riesgo que los mechones de cabello, se metan en ellos. El motor de la motocicleta se silencia, del mismo modo en qué, el movimiento se detiene. Frunzo ambas cejas, no hemos estado en marcha demasiado como para haber llegado, ¿cierto?
Abro los ojos y de lo único que soy capaz de dar cuenta es a él, aparcando su bellísima Harley.
—¡Chiflado!
Hamilton suelta una estruendosa carcajada mientras me ayuda a bajar y luego, apoya la moto en un soporte y desmonta.
—Pero si he respetado el límite de velocidad.
—Claro, ¡cómo si hubiéramos ido en una autopista!
—Técnicamente, estábamos en una y nos manteníamos en una persecución oficial, así que, creo que fui lento.
—Contigo no se puede, Hamilton. — paso una mano sobre mi cara frustrada por este tipo tan arrogante.
Es entonces que me doy cuenta, no ubicó.
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DESASTRE CON "L"©
Roman pour AdolescentsPor una mala jugada, Alex Peñaloza (la chica buena del instituto) se verá obligada a entregar la tarea a nada más ni nada menos que al chico malo del colegio. Tareas que hará que Liam Hamilton centre toda su atención en ella, y ocasionará que el atí...