27. Bad & Good

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[Feliz 14 de Febrero retrasado]

Capítulo veintisiete
Bad & Good

—¡Sheccid! ¡Sheccid! ¡Sheccid!

Eché la cabeza hacia atrás, el tequila corre garganta abajo mientras se escuchan todos esos gritos junto a música tecno dance al fondo. Ni siquiera cuando sacó las mejores notas durante los exámenes recibo esta clase de porras, sin duda es nuevo para mí.

Antes de que mis labios se adormezcan, exprimo un pedazo de limón sobre mi boca, su sabor ácido contrasta con el alcohol y su sensación ardiente. Recojo el billete de veinte y sigo con el siguiente. Al beber el décimo —y último— shot de la barra, la fiesta irrumpe en gritos y silbidos, más cuando levanto el pequeño vaso vacío que muestro a todos, guardando discretamente el billete en el bolsillo.

—¡Eso Sheccid! — grita una voz femenina bien conocida.

—Sinceramente, no creí que lo lograrias. Yo, apostaba que te vomitarías con el tercer caballito. — se acercó Tavo impresionado.

Dándole un empujón de caderas, Grachi paso risueña los brazos detrás de mis hombros acercándome a ella.

—Yo nunca dude de ti, Sheccid. Gracias. — me felicitó besando repetidamente mi mejilla.

No entendí porqué, hasta que la vi extender exigente su mano a Tavo, pidiendo en tono autoritario:

—Paga, quiero mi dinero.

Rodó los ojos malhumorado, sacando de su bolsillo un par de billetes de cien que arrojó a la palma de Grachi y Liam.

—No creí que perdería. — resopló él, volcando sus ojos en negación.

Ahora tenía sentido. Esos malditos, apostaron.

—Te advertí que no la subestimaras — le recordó la peliazul, enrollando su billete para meterlo dentro de su sostén para después acomodarse su largo y liso cabello hacia atrás —Deje de estar de nenita, mejor ven, baila conmigo está canción. ¡LA AMO!

Grachi no le da oportunidad de opinar, lo toma de la mano llevándolo al centro donde todos bailaban, justo a lado de la piscina. Fue como si hubiese esperado llegar hasta ahí para gritarnos a Liam y a mí:

—¡Si necesitan privacidad hay muchos cuartos vacíos! ¡Usen condón!

Automáticamente, mis mejillas enrojecen, por favor, pásenme un arma. Fue como si el destino hicieran un complot, que coincidencia que la fiesta quedará en silencio durante ese segundo. Ahora todos giraban hacia nosotros. Me sentía intimidada, muchas de esas chicas me miraban con asco y receloso, no sabía dónde esconderme para que dejaran de mirarme de esa manera, ¡a mí ni siquiera me gusta ese cavernícola!

Rosa de Guadalupe, tú qué todo lo puedes, ¿no crees qué este es el momento de enviar tu airecito que lo resuelve todo? Juro que mañana veré tu maratón de los sábados.

Si fuera poco, a diferencia de mí, Liam no parece afectado en lo más mínimo. Ni siquiera se molesta en la manera en como media fiesta nos mira expectante o la nueva mezcla de electro dance, mantiene su absoluta atención en mi expresión de incomodidad, le divierte verme así, su sonrisa lo dice todo.

—Si que tienes garganta profunda, Sheccid. — dijo él burlón, colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

¡¿Es enserio?! ¿En lugar que les dé una mirada que sea para cagarse a los que nos ven, me dice eso?

Además, sigue llamándome con ese extraño nombre. Fruncí el ceño, dispuesta a recriminarle que me llamase así, sin embargo, decidí callarme justo cuando ya tenía el insulto en la punta de la lengua. Reflexionando un poco, no tiene sentido, al igual como las veces anteriores le reclamaría y recordaría que me llamo "Alex", él me diría que lo sabe y allí terminaría en el mejor de los casos o continuaría la discusión pero ni así cedería. Un ciclo de nunca acabar.

DESASTRE CON "L"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora