06 Misiones exitosas y fallidas entre óleos y velas.

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En el tercer día la tensión había bajado un poco en el palacio pero aún así Luo no podía darle la cara a su maestro y Hua Cheng era atormentado por el recuerdo del rostro decepcionado de su Gege. Ellos dos se volvían niños pequeños por sus amados, niños que nunca vivieron tratos con amabilidad de parte de nadie más y tenían más en común de lo que creían.

Como tuvieron varios días de reflexión, se habían aconsejado entre todos, compartiendo buenas y malas técnicas para la intimidad, entre otros consejos y sugerencias. Por ejemplo, el consejo que le habían dado a Lan WangJi era que debía ser más expresivo, utilizar palabras bonitas y decir lo que sentía de vez en cuando, a MoBei-Jun le dijeron que intentara al menos una vez no ser tan burdo y tosco, lo cual le pareció innecesario al demonio. Luo debía trabajar en su autoconfianza ahora que había aprendido algunas cosas útiles para hacerlo mejor con su Shizun. Hua Cheng debía dejar atrás inseguridades, sentirse más digno del amor de Xie Lian y actuar acorde a ello.

—Hanguang-jun, dile que lo amo—Luo Binghe logró pronunciar con aquel temblor en sus labios y barbilla.

Con un semblante cansando pero amable, el interpelado asintió. Cargaba con todos los pergaminos para actuar de mensajero y entregárselos a los que se habían rebelado y los habían exiliado hace poco.—Lo haré, pero el hermano mayor Luo debe hacerlo él mismo la próxima vez—dijo con condescendencia y se dispuso a partir nuevamente.

—Por favor, dile a Gege que se cuide y que se hidrate bien.

MoBei-Jun hizo una mueca, ya estaba harto de tanta martirización.

Hanguang-jun asintió y continuó su camino. Los demás lo veían como un guerrero en sacrificio, que iba voluntariamente al campo de batalla enemigo, ofreciéndose como tributo por la paz.

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Shen Qingqiu sonrió muy a su pesar cuando recibió tres pergaminos rellenos de la limpia y ordenada escritura de su discípulo más preciado. Le trajo una onda de nostalgia, como en los viejos tiempos que Luo Binghe se encargaba de hacer informes y los hacía perfectamente. El Shizun se las arregló para controlar su rostro de chica enamorada y agradecerle a Hanguang-jun por traerles esos detalles de parte de los demás.

Xie Lian miraba una de las tantas imágenes que le había reproducido San Lang. Soltó una risita cuando miró el intento de escritura pero en la parte de atrás había una caligrafía muy bonita que no pertenecía a San Lang, pero aparentemente, las palabras plasmadas ahí, sí:

Por donde vayas iré
Con una venda en los ojos
Lo que decidas haré;
El amor cuando es verdad, es uno solo.
No me preguntes por qué
Solo he sido bueno contigo
Solo sé que eres mi religión
Qué me importa si le llaman fanatismo.
Sin ti yo no soy el mismo
Eres mi credo
Mi pedazo de cielo
Prefiero morir junto a ti
A no verte.

—San Lang...—Xie Lian murmuró, intensamente conmovido por aquellas palabras que leyó y levantó la mirada, encontrándose con los ojos brillantes de comprensión, de parte de los otros tres "Shou". El Oficial Celestial asintió con determinación, sin olvidar el acuerdo al que habían llegado anteriormente. Estaba más decidido que nunca a actuar como el que lleva las riendas y demostrar que él podía tener iniciativa. Él era el primero en la lista.

Wei Wuxian no leyó los contenidos del pergamino que le había dado Hanguang-jun, cuando llegó su turno de recibirlo, solo lo dobló con cuidado y lo guardó dentro de su manga. —Lan Zhan...—dijo con voz dulce, acercando al segundo jade a él suavemente, tomándolo de su túnica. —No quiero leer lo que escribiste para mí—Hanguang-jun mostró un poco de confusión en sus ojos, tal vez pensando que había hecho algo mal, antes de que hablara, el azabache continuó: —Quiero escucharlo de tus labios...

Hasta que "El Sistema" nos separe. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora