—Wei Wuxian...
Una voz dulce y angelical lo llamaba y casi estaba siendo exitosa para levantarlo, pero era tan dulce y calma que lo devolvía lentamente al país de los sueños.
—¡Wei Wuxian!—llamó esta vez Shen Qingqiu, con una voz menos dulce y más autoritaria. Llevó su abanico hasta la frente del interpelado y le propició un golpe suave.
Wei Wuxian solo arrugó un poco sus cejas y nariz pero se acomodó más sobre la almohada y siguió durmiendo. En su defensa, había pasado una noche de actividad física intensa y su cuerpo pedía un merecido descanso.
—Su Alteza, Maestro Shen, por favor, déjenlo dormir un poco más...—solicitó Lan WangJi amablemente.—Yo me haré cargo.
Los protagonistas se habían levantado temprano para preparar todo lo necesario e irse al lago que solo Xie Lian y Hua Cheng habían visitado. Extrañamente, incluso MoBei-Jun se veía cooperativo para todo el asunto, aunque su rostro expresaba lo contrario.
Luo observaba con ojos entrecerrados en un silencioso desacuerdo que no le exigieran a Wei Wuxian levantarse temprano. Con una sonrisa misteriosa, decidió que eso debía cambiar y él era el indicado para hacerlo sin levantar muchas sospechas.
Diez minutos después Wei Wuxian gritó y se levantó corriendo, llamando a Lan Zhan con desesperación, trepando sobre su espalda como un simio asustado mientras alegaba que se le había aparecido un gran perro negro, que le había insistido en sus sueños que era hora de despertar y todo le había parecido demasiado real.
Luo Binghe escondió su sonrisa de satisfacción mientras empacaba unos bollos al vapor rellenos de semillas de loto dulces.
—Binghe—la voz de Shen Qingqiu se acercó a él.—Fuiste a visitarlo en sus sueños, ¿cierto?
Luo hizo una reverencia educada, como cuando tenía quince años. —Shizun, espero no sienta que me he tomado demasiadas libertades.
Shen Qingqiu sonrió y le dio una palmada en la espalda. —Está bien, él no podía ser el único holgazanenado mientras todos estamos ocupados preparándonos para irnos.
—Este discípulo solo quiere ser de utilidad para usted—Luo Binghe se alejó de su toque e hizo una reverencia nuevamente, tratando a su maestro como tal. —Shizun, iré a buscar un poco de leña para la fogata en el lago.
El susodicho Shizun miró en confusión como su discípulo partía, comportándose perfectamente educado y hacendoso, sin embargo, la dosis impersonal y distante que le estaba imprimiendo en esos momentos, le provocó una sensación incómoda en su pecho.
Toda la mansión escuchó cuan exitoso fue Dianxia en su misión y aún habían dudas de qué tan exitoso había sido Wei Wuxian la noche anterior. Observando al hermano avión y como estaba comportándose de bien su demonio de hielo, Shen Qingqiu sintió que se estaba quedando atrás en las misiones. Él no podía ser menos efectivo que el inútil de Shang Qinghua. Tenía que pensar en algo rápido y aún así mantenerse en personaje del loable Maestro de la Cumbre.
Se alejó de los demás con disimulo mientras tuvo una idea. No sabía si funcionaría, aún cuando le había funcionado con anterioridad.
—Sistema ¿Estás ahí?—murmuró pero se mantuvo sin respuesta, no obstante, cuando iba a llamarle por segunda vez, el conocido cuadro de diálogo y la voz digital e inexpresiva lo saludó.
[Interfaz de ayuda al Usuario Shen Qingqiu activada.]
—Sistema, necesito ayuda para satisfacción del protagonista.
[El Sistema no recomienda dinámica "Swinger" para mejorar las circunstancias. Por favor, clarifique a la satisfacción de cuál protagonista se refiere.]
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Hasta que "El Sistema" nos separe.
Fanfiction¿Qué tienen común un maestro de la cultivación demoniaca, un señor demonio y una calamidad fantasmal? Pues...no mucho. Así que ellos y sus parejas deben descubrir como piezas imperfectas pueden encajar entre sí para formar una perfecta obra de art...