Gatito asustado

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Preparen la insulina, que ya viene la descarga de dulzura.

Gracias por leer.

.......

Había luz exterior. La habitación estaba iluminada por un nuevo amanecer cuando Arthur por fin decidió salir de entre las sabanas y cobijas, no por voluntad. Si no, que, las ganas de mear lo habían despertado y ya no podía ignorar esa necesidad.

Bostezando, Arthur regresó a su colchón, ignorando la sombra bajo sus ojos y lo hinchado de sus parpados.

Ni siquiera el hambre se habría presentado. Así que, el plan de Arthur era seguir en cama, dormitando, durmiendo en ratos, hasta que su cuerpo le pudiera levantarse otra vez para cubrir una estúpida necesidad física.

—¿Vas a regresar a la cama?

Fue la pregunta que lo detuvo en seco con la manta en las manos. Sus ojos se abrieron por completo y la lucidez de su gesto de curiosidad, hizo que Arthur reaccionara asustado; metiéndose bajo las cobijas.

—En toda regla, fue como ver a un gatito asustado.—Rió por debajo Alfred ante lo que había ocurrido.

—¿Có-cómo fue que entraste? —Inquirió Arthur escondido.

—La puerta estaba abierta, así que... entre por la puerta.

—¿¡Qué!? ¿Abierta? Eso no puede ser. Yo no...

Arthur se quedó callado, pensando en lo que había pasado ayer.

Bajo las cobijas, se ruborizaba.

Había llorado tanto en el regazo de Alfred y después de eso, se había sentido tan cansado que, había olvidado cerrar cuando Alfred se aseguró que estaba mas tranquilo.

—¿Arthur?

Dando un respingo bajo las cobijas, Arthur volvió a reaccionar.

—¿Por qué estas aquí? Sabes que Francis no vendrá, para seguir practicando.

—Lo sé. Pero quería verte. Y aquí estoy, hablando con un gatito asustado, cubierto con su frazada.

—¡No soy ningún gatito asustado! —Gritó Arthur saliendo por fin de su escondite.

—¡Te tengo! —Gritó Alfred a la vez que atrapaba a Arthur con sus brazos. —Ya no podrás escapar de mí, lindo gatito.

—¡Ya te dije que no soy ningún gatito! — vociferó avergonzado. —¡Y ya suéltame! ¡Basta Alfred!

Se quejaba Arthur mientras se movía entre los brazos de Alfred, tratando de escapar.

—Gruñes como un gatito.— Dijo Alfred, comenzando a reírse.

Esto sólo hizo que Arthur se enfurruñara más, y quedándose quieto un momento tomó desprevenido al confiado Alfred.

—¿Qué pasa lindo gatito? Terminas-

Alfred no pudo concluir la frase.

Arthur lo había sorprendido y con un movimiento rápido, logró zafarse del abrazo de Al y así, tirarlo a la cama.

—¡Ja! ¿Ahora quien es el gatito asustado? —Bufó Arthur con una sonrisita y las mejillas coloradas, pensando que Alfred estaría sorprendido.

Al, sonreía a pesar de estar en "desventaja" acorralado por los brazos de Arthur que al notar su sonrisa, esté, solo se quitó de encima al sentirse de nuevo avergonzado.

—¡¿Por qué sonríes idiota?!

—Es la primera vez que me llamas idiota.—Dijo Alfred tomándolo con gracia, lo que hizo que la cola y orejas gatunas de Arthur, se le erizaran.

Enamorado de un gato ariscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora