Gato, fotos y rosas

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Espero que les guste. Muchas gracias por leer, por aquí, les dejo la canción que me encanto e inspiro a escribir esto.

Los personajes no me pertenecen, ya saben que son de Lord Hima-papa XD, yo solo los tome para hacerlos en esta historia mas...cofcof..."amigos"

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La mañana comenzó a tomar un color claro, dejando el azul oscuro y las estrellas escondidas tras el inicio de un nuevo día. Levantándose, incluso antes que el despertador hiciera su trabajo. Arthur comenzó sus tareas matutinas después de peinar recelosamente su larga cola y sus orejas junto su cabello claro. Su pelaje le había dado algunos problemas, pero nada que un buen cepillo de cerdas naturales no pudiera arreglar.

Dejando su cama hecha, bajó sin hacer ruido los escalones, percibiendo un aroma que se hacía cada vez más notorio. Era dulce y se mezcla con el aroma fuerte del café recién hecho. Dando un pequeño salto en el último escalón, fue directo a la cocina donde espera ver a su madre como cada mañana.

-¡Mamá!

Gritó Arthur percibiendo canela en el aire. Su corazón latió emocionado por ver el rostro de su madre, tras la barra de la cocina iluminada.

-Arthur, te has despertado temprano.

Dijo su madre de rojizos cabellos largos, orejas bajas y esponjadas sobre su cabeza.

-¡Mamá! ¡Estas aquí!

Dijo Arthur y el peso en su pecho se volvió tangible cuando se lanzó a los brazos de su madre.

-¡Oh! ¿Qué pasa mi niño?

Peguntó su madre recibiéndole en su seno y Arthur la miró con ojos cristalinos, forzándose a grabar sus colores en sus retinas. Cada detalle de su rostro, ya que tenía miedo de olvidarse de alguno. De Su pálida piel y hermosas pecas en sus mejillas, sus ojos esmeraldas y el rojo de sus cabellos que le recordaban a una rosa, de su perfume dulzón de esas mismas rosas mezcladas con el dulce picor de la canela y la esencia de vainilla.

Arthur cerró sus manos sobre sus vestidos con fuerza, en un abrazo de añoranza y amor eterno.

-Madre, por favor, por favor. No me dejes.

Pidió Arthur y sintiendo la primera lagrima brotar de sus ojos, un beso maternal fue plantado en su frente.

-Nunca, mi pequeño.

Dijo ella y Arthur, despertó.

El rostro comprensivo de su madre desapareció cuando sus ojos se abrieron y se toparon con las manecillas andantes de su reloj.

Huraño. Gruñó bajo las cobijas, pensando que unos segundos le bastarían para recuperarse y así, salir de la cama, restregando el rostro en la almohada, limpiando cualquier rastro de humedad de sus ojos y mirando la manecilla más delgada caminar, su cuerpo se quedó inmóvil y el recuerdo del sueño cálido le golpeó justo en medio de su corazón y dolió.

Tal parece, que le costaría ponerse de pie, un poco más de lo que pensaba.

Midiendo su tiempo en la ducha y en prepararse, consiguió una pinta decente después de pelear con su pelaje y por fin bajar a la planta baja.

Todo estaba en silencio y el azul de las primeras horas de la mañana aminoraba convirtiéndose en un amarillo triste que se colaba por las ventanas. Las mesas y todo en la barra del café estaban llenos de polvo o cubierto por sabanas que le protegían de la suciedad.

Enamorado de un gato ariscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora