El gato que extraña

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Yo extrañaba esto de escribir. Gracias por leer aun ahora que he tardado tanto. Esas personas que siguen aquí leyendome, tienen un espacio en mi pequeño corazon.

Gracias por leer.

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 Arthur se había construido una pequeña fortaleza de almohadas y sabanas cerca del balcón en su habitación, la cual tenía vista al jardín de la casa.

Entre almohadas y sábanas, pensaba en Joan y su sonrisa. En sus palabras y lo pesadas que eran, así como su recuerdo, ya que, muy en el fondo, esta tristeza que lo acobijaba como las sabanas, le conducía a un recuerdo aún mas doloroso.

<<¿Por qué duele tanto? ¿Por qué el nudo de mi garganta sigue pidiendo mis lágrimas? Estoy cansado... >>

A Arthur se le había hecho vicio dormir en ese lugar desde que Francis había decidido darse un tiempo fuera de la cuidad después de lo sucedido con Joan.

Así que no había recibido clases de ningún tipo desde entonces.

Su hermano Scott, le había sugerido que se enfocará en otra materia. Incluso Scott se ofreció en ser su tutor algunos días. Pero Arthur no quería clases de ningún tipo.

Se había encaprichado en quedarse solo.

Eso era en especial malo para él. Ya que si no se entretenía o mantenía ocupado; ya sea con una tarea, una receta, lo que fuese, su mente comenzaba a trabajar de más. Arthur sobre pensaba todo.

¿Cómo es que se sentiría Francis? Él, a diferencia de Arthur no tenia ese trágico destino que estaban sometidos los "Naturales". Los humanos no morían de amor. Ellos podían seguir sus vidas ¡incluso podían amar de nuevo!

<<¿No es así?... Es por eso que las personas son peligrosas. Pueden jurar que aman con todo su ser, que su fidelidad será solo de aquel que a llenado sus pupilas de colores nuevos, en su triste vida color gris, pero, eran humanos al fin de cuentas y, ese amor que juraban tener por toda su vida, en un instante podía desaparecer.
  Las personas son recelosas, fugaces y mentirosas. >>

Arthur se hizo un ovillo entre las sábanas enroscado la cola ente las piernas.

<<Al final, el amor puede llegar a matarte con el simple hecho de que, esa persona especial... Encuentre otro amor... >>

Con un estómago revuelto. Arthur sintió frio en el pecho.

—¿Arthur?

Escuchó desde el otro lado de su puerta.

—Arthur, voy a entrar —Dijo Scott y de inmediato la puerta se abrió. —Arthur ¿Por qué estas escondido en ese lugar? —Preguntó, pero no hubo respuesta. Suspirando, Scott volvió a hablar—. Arthur, sé qué te afecto lo que ha sucedido con Francis y Joan pero, no puedes seguir de esta forma. No es bueno para tu salud.

Scott dio unos pasos y acercándose se inclinó ofreciéndole una taza de té a su hermano.

—Vamos, bébelo.

Arthur arrugó la frente mirando la pequeña taza blanca humeante con liquido ámbar.

—Arthur, por favor. Te hará bien. —Insistió y Arthur notó los nudillos rojizos de su mano.

<<¿Se hizo daño haciendo una simple taza de té? >>

Se preguntó y al fin tomó la taza de té con cuidado y mirando de reojo a su hermano Scott, sintió el deber de darle un sorbo.

—Por fin bebes algo. —Decía aliviado Scott y esperó a que Arthur siguiera bebiendo el té dulce.

—Usaste demasiada miel. —Observó Arthur y su hermano carraspeó.

Enamorado de un gato ariscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora