James era un talentoso caballero, según su tio Tyrion heredó sus talentos de su padre, pero no podía restarle méritos a su gran educación, obtuvo la misma que el príncipe Aegar, el presunto heredero, aunque el asunto de la herencia era algo que los reyes jamás habían tocado de forma publica.
Para el joven León lo más lógico es que fuera Aegar quien herederá el trono de Hierro, la hermosa Daenys era mayor que él ciertamente, pero no era hija de la reina Rhaenys, aunque nunca vió a la reina hacer distinción alguna entre ella y sus hijos, pero había una solución más obvia que los Targaryen habían aplicado por años, el matrimonio entre hermanos, esta vez sólo eran medio hermanos.
Daenys y Aegar serían buenos reyes, queridos, o por lo menos eso le gustaba pensar a James, aunque todo sería diferente, su amigo el príncipe no apreciaba tanto la calma como el rey, era serio cuando tenia que serlo, pero amaba la música, las mujeres y su espada, sobretodo su espada, la princesa era tan dulce como jamás podría serlo la reina, era una doncella cuya luz podría iluminar todo a su paso, pero no era tan fuerte como su madre adoptiva, no tenia nisiquiera la curiosidad por intentar montar un dragón.
James había soñado con la belleza de Daenys desde que tenía memoria, con su voz llena de dulzura, pero desde que oyó a un caballero susurrar que ella debía casarse con el príncipe se obligó a si mismo a olvidarla, aunque no lo había logrado del todo porque no evitaba sonreir cuando la veía, ciertamente se había resignado de que algún día él deberia ir a Casterly Rock y ella a Meereen con un esposo.
Que diferentes serían las cosas si él fuera príncipe merecedor de su mano, de hecho, James nació siendo príncipe, cuando tenía otro nombre, de dos hermanos que se amaban aunque el mundo los juzgara, murieron el mismo día que su madre fue destituida y el trono conquistado, el mismo día que Daenys nació la familia de James perdió la corona, pero él sabia agradecer, había aprendido de las historias que su tío contaba, sabía que pudo haber sido poco más que un bastardo con sangre de león, pero los reyes, en especial la reina se encargó de legitimizarlo convirtiéndolo en un Lannister de Casterly Rock, un lord, y el rey lo había convertido en caballero el mismo día que al príncipe Aegar por méritos propios .
Su tio tenía una que otra debilidad en la críanza pero era un buen maestro, la dama de la reina, Lady Marya lo ayudó de forma maternal a medida que crecía, explicándole como debía comportarse con las damas a él y a Aegar, pero por otro lado su tio los llevó a un burdel, donde vió como las prostitutas se peleaban por el dragón de cabellos plateados, su amigo sonreía mientras James preocupado pensaba en que diría la reina si los encontrara ahí.
Tenian instrucciones claras, apenas 15 años, el príncipe 14, sabían que debían hacer para cuidarse de no engendrar a nadie, no podían hacerlo, una prostituta cargando a un bastardo del próximo León o del príncipe dragón sería un escándalo que Rhaenys no toleraría, la prostituta que le tocó tenía los ojos azules y el cabello azabache, era risueña y se llamaba Nerea, luego de eso él acudió a verla un par de veces más, Aegar por su parte prefirió visitar con entusiasmo a una diferente cada vez, el jovén se preguntó si podría su tio defenderlos de la ira del dragón del sol, pero probablemente ni el Rey podría, quizás hasta él se molestaría.
Entre los dos monarcas siempre sería mejor opción hablar con el Rey Lobo, calmado, reflexivo, el y Sir Davos siempre tendrían un consejo para los jóvenes caballeros, el jovén león amaba a su tio, pero él estaba ocupado, cualquiera pensaría que el Rey lo estaría más, pero él jamás se negaba a darle tiempo a los muchachos, quizás por eso James no se separaba de Aegar, no era sólo por Daenys, era también por la sensación de pertenecer a una familia, otros jóvenes se burlaban y lo apodaron "La sombra del príncipe" e incluso llegó a escuchar burlas sobre la posición que pudo tener si Cersei no fuera sido derrocada, él seria el heredero.
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La Reina Dorada
FanfictionContinuación del Dragón del Sol. "El rey era callado, fuerte, frío como las tierras que lo vieron crecer, pero justo y honorable, la reina... tan cálida como las arenas de Dorne, peligrosa como el fuego que salía de su cuerpo, ardiente como los rayo...