Había algo en los intestinos del rey que se retorcía levemente cada vez que lo llamaban "Aegon" o "Rey" pero sus días como rey del norte habían hecho que la segunda palabra no fuera del todo extraña, sin embargo su hermana parecía un pez en el agua o un dragón en los aires reinando los siete reinos, por eso en ocasiones él simplemente la dejaba hacerlo.
Jon en verdad quiso a Daenerys, aunque muchos aspectos de su personalidad no le agradaban del todo, básicamente porque iban en contra de su moral, de su necesidad de paz, al igual que Rhaenys, ambas tenían la sed de venganza implantadas en ellas, el amor por el fuego que el rey jamás había sentido, nisiquiera en los lomos de Drogón, aunque ahora entendía un poco más porque ellas se sentían tan poderosas mientras incineraban a sus enemigos desde el aire.
Pero al ver a su media hermana sufrir no pudo evitar sentir algo por ella, con la Khaleesi sus sentimientos eran mucho más fáciles de explicar, pero con Nys no, al principio sintió admiración por ella, luego una parte de sí se sintió aliviado al saber que eran familia, puesto que eso significaba que su poca atracción por ella era el llamado de la sangre, además de la empatía que sentía por haber sido criados por su familia materna en la sombra de la bastardía.
Muy dentro de sí Jon pensaba que en otro mundo Rhaenys era como él, o él era como ella, porque si lo fuese críado la víbora roja en el calor de Dorne, con el recordatorio constante de la cruel muerte de su madre él también se fuese vuelto tan fiero como ella lo era, y sobretodo, si Rhaenys fuese sido críada por Eddard Stark, ella se fuese vuelto una lady honorable y tranquila tan quieta como la nieve.
Pero los hechos eran otros, Rhaenys era un dragón con el calor del Sol en sus venas y él un Lobo con la fuerza del invierno dentro de sí, uno que al principio detestó sentirse atraído por su media hermana, jamás fuese desarrollado alguna sensación así por Arya o Sansa, ni se lo fuese permitido si siguiera casado con Daenerys, su solo recuerdo lo hacia sentirse culpable, no se imaginaba siquiera aún consumando su matrimonio en el momento de decir sus votos, menos cuando recordaba que Rhaenys estaba embarazada de su estrella oscura y que probablemente ella lo añoraba en silencio.
Así que sin importar que todos creyeran que era el hombre más afortunado y poderoso de Poniente, Jon seguía siendo un muchacho lleno de conflictos internos a quién sólo la paternidad alegraba de verdad, Daenys era una luz en un Mar de Sombras, no habia nada que no pudiera atreverse hacer por ella, ni se imaginaba mayor felicidad que la que su pequeña le daba.
Pero Rhaenys también era importante para él, la quería, de una forma distinta a Daenerys, puesto que eran tan distintas aunque al mismo tiempo parecidas, las llamas de su difunta esposa eran intensas pero controladas y las de su hermana eran impredecibles, quizás algo tenía que ver con los complejos que tenían al crecer pensando en la supremacía de los dragones, cosa que Jon no dejaría que le sucediera a Daenys, ni al nuevo niño en camino.
Porque si en algo había pensado el rey era en el nuevo hijo de la corona, aunque no dijera mucho al respecto, el recuerdo de su padre estaba más presente en él que nunca, si él pudo criarlo como a un hijo más a pesar de representar una mancha en su honor el podría hacer lo mismo por ese niño que necesitaría un padre, pero mejor, porque tendría un título en vez de tener que lidiar con la bastardía.
Pero Rhaenys era desesperantemente terca, imposible de controlar como un dragón, era imposible impedir que fuera ella misma a Meereen, y como el caballero que era el Rey creyó que necesitaba de él, arriesgandose a todo con Drogón, no podia negar que volar le habia resultado maravilloso y que pronto quería repetirlo, que incluso era su deseo volver volando a la ciudad, pero debía ocultarlo, ya que su deber era acompañar a Rhaenys, presionarla para volver en barco por su niño, un viaje un poco largo pero más seguro para ella.
YOU ARE READING
La Reina Dorada
FanfictionContinuación del Dragón del Sol. "El rey era callado, fuerte, frío como las tierras que lo vieron crecer, pero justo y honorable, la reina... tan cálida como las arenas de Dorne, peligrosa como el fuego que salía de su cuerpo, ardiente como los rayo...