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Cuando Sasori llegó de Suna, se sintió bastante extraño. Tenía apenas siete años y estaba a punto de cumplir los ocho. Sus padres aún seguían con vida, a penas llegaron a la hoja, sus progenitores decidieron que sería buena idea mandar a su hijo a un curso de verano para que pudiera adaptarse al pueblo.

Ambos eran químicos farmacéuticos y apenas habían encontrado un buen trabajo, y gracias al apoyo de la abuela Chiyo, tenían un techo y tiempo para adaptarse a su nueva vida.

Así que ahí estaba él, con unos shorts marrones y un polo gris que le quedaba enorme. Sus tenis blancos perfectamente asegurados y una gorra azul marino. Se sentía cohibido, con sus pequeñas piernas temblando mientras sostenía a duras penas una enorme mochila que pesaba dos veces lo que él. Nunca había sido bueno haciendo amigos, y pensar que su madre insistía en que los hiciera en un lugar que no conocía le daban ganas de llorar.

Tenía miedo, porque los demás niños de su edad casi siempre le doblaban el tamaño, pues Sasori era bajito. De todas formas se resignó y entró al campamento. Era un lugar apartado en el bosque, con cabañas de madera y a un par de metros de las edificaciones, un enorme y bello lago se abría paso entre la espesura de los árboles.

Sin duda era un lugar hermoso, pero el niño no pudo evitar pensar en la cantidad de niñitos y la poca higiene que habria en un sitio repleto de mocosos malolientes. Su complejo de superioridad le hizo apartarse de todos a penas llegar y después de que los coordinadores los separaran por edades y los llevaran a tomar su primer lunch, él se sentó en una mesa vacía sin intenciones de ser acompañado. Le sirvieron comida, una hamburguesa y papas fritas de McDonald's, pero decidió guardarlas en su bento y comer el sándwich que su mamá le había preparado. Quizá en la noche cuando solía darle más hambre, podría comer en algún lado lo que guardó.

Sus piernitas colgaban de la silla mientras simplemente terminaba su aperitivo y se sorprendió de que uno de los niños grandes se sentarse justo en frente de él.

—No hay mas lugar, por eso me senté aquí— le dijo el niño. Llevaba una pulsera verde fluorescente que resaltaba que era de su grupo, por lo que tenía su edad, pero contrario a Sasori, él era mucho más alto de lo que su edad aparentaba.

—No importa— respondió simplemente encogiéndose de hombros. Tampoco es que le interesaba aquello y el niño no parecía para nada amigable a juzgar por su comentario anterior.

Akasuna comenzó a tomar de su juguito de manzana y notó los ojos verdes del contrario pegados a él, haciendole sentir incómodo. Era un niño alto con el cabello largo recogido en una cola baja y una gorra morada oscura. Quiso preguntar cuál era su problema, pero fue interrumpido.

—Vi que guardaste tu hamburguesa ¿Te la vas a comer?

—Ahm, si ¿Por qué?

—Te vendo la mía en trescientos yenes.

—No gracias...

La conversación se quedó ahí. Ninguno parecía con ganas de hablar después de ese incómodo momento. De todas formas, Sasori no pudo evitar ver la ropa del menor. Con la camisa desgastada y sus pantalones deslavados. Se sintió mal porque quizá aquel niño lo necesitaba más que él.

—Esta bien, la quiero— dijo casi de mala gana. Con eso se iría la mitad de su mesada, pero daba igual, ningún recuerdo de los que había ahí parecía lindo...excepto quizá ese juego de química en la tienda de souvenirs a lado de la fuente de la entrada...

—¿De verdad?— preguntó el de en frente con sus ojos verdes casi inexpresivos, iluminados. Disipando cualquier duda.

—Si, dámela.

Tomó de su bolsillo un par de billetes y se los dió, el menor en cambio le dió su comida, y estuvo a punto de devolversela, queriendo darle solo el dinero y que se quedara con la comida, pero él no parecía interesado en esta.

—Gracias—murmuró el más alto, parecía que se le dificultaba un poco decirlo. Miró al Akasuna por unos instantes, antes de volver a hablar— me llamo Kakuzu, vengo de Takigakure.

—Soy Sasori, de Suna...

Se miraron en silencio, no hubo una charla ni si quiera una sonrisa. Pero sin saberlo, en ese instante ambos se harían inseparables, casi como hermanos de sangre. Un lazo tan fuerte que compartirían, hasta el final.








Mañana subo la segunda parte, perdón por la hora ùnú









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↺𝙳𝚘𝚗'𝚝 𝚑𝚊𝚗𝚐 𝚞𝚙 「sasodei」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora