Prólogo

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El sonido de un golpe seco resonó en la habitación, logrando que dos hombres giraran la vista; un cuerpo yacía en el suelo con la mirada pérdida.

"No..."

Elle sintió una dolorosa punzada en el pecho al observar a la chica, y sus ojos llenos de ira pura regresaron al "enemigo", quien se encontraba paralizado y a los pocos segundos dejó caer el arma que sostenía... él no quería dañarla, fue un accidente, un estúpido accidente. El joven Lawliet caminó firme hacia él apretando los dientes y los puños para contener su odio siquiera un poco, aunque sabía que no podría.

Uno, dos, tres... golpes seguidos que impactaron en los puntos vitales del ahora asesino Mello, no pudo defenderse de ningún modo a pesar de intentarlo y una vez en el suelo Elle continuó golpeándolo, descargando la rabia que corría por sus venas hasta dejarlo inconsciente. Y lo habría matado, de no ser porque había algo mucho más importante.

"Misa..."

El chico de ojos marrón se puso en pie sintiendo que sus piernas no respondían, torciendo el rostro ante el dolor que provocaban sus anteriores heridas. Retrocedió unos pasos asustado, no quería voltear a sus espaldas, quería creer que lo que había visto hace unos momentos había sido producto de su imaginación, una espantosa visión culpa de sus tormentosas pesadillas internas... pero tenía que enfrentarlo, debía mirar y así lo hizo.

"Por favor... no..."

Extendió su mano temblorosa intentando alcanzarla y corrió hasta donde se encontraba, quedando de rodillas a un lado de su cuerpo. Nada, no quedaba nada, ella había muerto. Ni siquiera un hasta pronto, una mirada, un susurro o un poco de aliento, no dio tiempo de nada. El pálido Elle posó una mano en el estómago de Misa y su mano se llenó de color carmín, aquel líquido espeso que recorría sus dedos con lentitud.

Sin ella... ¿qué pasaría con todo?

Sin ella... ¿ya no podría continuar?

Sin ella... ¿dónde quedaba Elle?

Mantuvo sus miradas por tan sólo un momento, sabía que era la última vez que vería sus ojos abiertos, aunque también estaba consciente de lo que sucedía. No era lo mismo, su expresión ya no estaba y su mirar era vacío. No pudo soportarlo más, levantó su cabeza de forma delicada, y con la otra mano cerró sus ojos sin vida con lentitud.

—Gracias.

Una ráfaga de recuerdos llegó a su mente en ese instante.

"Si algo me sucede, regresa con tu familia—habló Elle con Misa entre sus brazos, mientras ambos yacían sentados en el suave césped mirando el atardecer que tenían al frente. La rubia levantó la vista hacia él, respondiendo seriamente con otra pregunta que le dejaría la mente en blanco.

—Si algo te sucede ¿podría irme contigo?— el chico abrió bastante los ojos, para luego perderse al mirarla y finalmente negar con la cabeza. Ella entrecerró la vista con ternura y le sonrió.

—Entonces, tendrás que esperarme—aclaró Misa por último para observar el rayo de sol que terminó de ocultarse en el momento justo ese día".

La mente de Lawliet  volvió al presente, ese oscuro presente que le calaba hasta los huesos y lo asfixiaba de dolor.

—Este no era el plan y lo sabes—murmuró con la voz entrecortada mientras abrazaba el cuerpo inmóvil de su novia. La piel de ella aún era cálida y conservaba aquel perfume característico que él le había obsequiado el día de su cumpleaños—Tendrás que esperarme, Misa, tú tendrás que hacerlo... ¿Vas a esperarme, verdad?

Apretó los párpados con fuerza, dejando libre paso a las lágrimas que comenzaron a correr por sus mejillas sin poder controlarlas esta vez.

"Un mañana, él está esperando un mañana".

No hay necesidad de encariñarse. (Death Note: L x lectora).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora