Capítulo 8. Tu pasado es lo que me asusta

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Con mi ritmo vamos a terminar el fanfic en 2020 jajaja. Gracias por su apoyo.

***

Y el día llegó, el temido día que tarde o temprano se presentaría. ¡Lo inevitable! La comida de la casa Waste se había terminado, no quedaban más reservas tras mes y medio de vivir ahí. Me dirigí desanimada a la habitación de Lawliet y toqué la puerta un par de veces, segura de que se encontraba despierto. "Pasa" dijo, pero preferí sólo abrir la puerta y hablarle desde afuera. Estaba sentado sobre la cama rodeado de páginas sueltas y desordenadas. Al menos está vestido, pensé tontamente.

—L, se acabaron las provisiones—él me miró como si no me hubiera escuchado y se dejó caer sobre la almohada—. ¡Eh, te dije algo!

—Sí, sí, querías avisarme que saldrás hoy.

—Sí. No, espera ¿yo? ¿por qué yo sola?—le reclamé antes de que me mandara a paseo su indiferencia.

—¿Es que me necesitas para algo?—¡Qué va! ¿Para qué lo necesitaría?

—En realidad si ambos estamos trabajando aquí es responsabilidad de los dos encargarnos de los deberes y la despensa, es lo justo—L puso como de costumbre un dedo sobre su boca.

—Tienes razón. Entonces sé directa, lo que quieres es pedirme que te acompañe.

A veces me molestaba más de lo usual que tergiversara mis palabras, pero en ese momento me dio completamente igual. Quizás, sí prefería que me hiciera compañía.

—Si prefieres verlo así, está bien—contesté. Desde donde estaba, no pude evitar echar un vistazo curioso a los papeles regados y le pregunté si necesitaba ayuda con eso.

—Déjalo, bajo en 5 minutos—respondió sin decir nada más y yo hice exactamente lo mismo. Cerré la puerta y volví a mi habitación para tomar lo que me llevaría. Una mochila pequeña, dinero, y mi chaqueta favorita.

Mi teléfono se hallaba sobre la mesa, de vez en cuando me quedaba mirándolo e imaginaba lo que ocurriría si denunciara a L Lawliet y me marchara definitivamente de ahí. Qué consecuencias me traería en el trabajo, con la policía, y sobre todo con mi padre. Si L me había dicho la verdad, yo no estaría más que quedando en ridículo y no lograría comprobarse nada contra el propietario de la mansión. Por el contrario, si él me había mentido, la policía sin duda me preguntaría por qué viví junto al sospechoso mes y medio, y yo me quedaría sin respuesta coherente para eso. Mi padre llamaba cada semana para preguntarme como llevaba el empleo, por mi parte le contaba sobre las firmas de cheques, recibos, envíos y facturas. Después de la segundas semana, L ya no vigilaba mi celular ni supervisaba mis llamadas, lo cual para mí era una alivio.

Prefería creer que era porque empezaba a fiarse, pero tampoco me hacía ilusiones exageradas.

Bajé a la cocina y mientras me bebía una vaso de agua el susodicho bajó finalmente.

—Entonces, ¿a dónde partimos?—le pregunté aunque no para iniciar una conversación. De verdad desconocía nuestro próximo paradero.

—Al centro de Durham. Siendo específicos, la plaza del mercado ¿a qué otro lado si no?

—¿Esta cosa tiene un centro?—Seguro que habríamos de cruzar las 1000 pruebas de fuego para encontrarlo, o algo por el estilo.

—Por supuesto, es Durham, no un pueblo fantasma.

—¿Ah sí? A mí me pareció justo lo contrario—dije por lo bajo—. Entonces ¿a qué hora llega tu avión privado por nosotros?

El hombre de cabello oscuro mantuvo sus ojos sobre mí por largos y pesados segundos, como esperando que agregara algo extra a lo que había dicho. Yo lo observé curiosa intentando incomodarlo, pero no funcionó.

No hay necesidad de encariñarse. (Death Note: L x lectora).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora