Capítulo 11
En cuanto la profesora McGonagall abandonó la sala común con la saeta Andrea se vio en medio de los dos bandos, sabía que la intención de Hermione había sido buena y ella misma se había planteado que había podido ser un regalo de Sirius Black, pero desmontar una Saeta de Fuego completamente nueva era un crimen.
Hermione, que seguía convencida de que había hecho lo que debía, comenzó a evitar la sala común.
Harry y Ron supusieron que se había refugiado en la biblioteca y no intentaron persuadirla de que saliera de allí.
Andrea dispuesta a no posicionarse se pasó el resto de las vacaciones de un lado para otro pasando tiempo con uno y con otro.
Se alegró de que el resto del colegio regresara poco después de Año Nuevo y la torre de Gryffindor volviera a estar abarrotada de gente y de bullicio. Le permitió estar más tiempo con Fred y George, y evitar así, los comentarios que Ron y Harry hacían de Hermione, y viceversa.
En cuanto aparecieron por el retrato Andrea vio que sujetaban su regalo con mucho cuidado como si fuera a explotar.
—No os habéis atrevido a abrirlo, ¿verdad? —preguntó Andrea mirándolos con las cejas alzadas.
Fred y George se miraron avergonzados mientras ambos negaban al compás con la cabeza. Su expresión cambió cuando Andrea comenzó a reírse sin poder parar. Los gemelos la miraron divertidos, pero sin comprender nada.
—Yo tampoco—dijo ella entre carcajada y carcajada.
Cinco minutos más tarde Andrea bajó con el regalo en la mano. Al final acabaron cada uno abriendo el regalo que se habían hecho, por si acaso. Resultó que su regalo no era nada que pudiera explotar, eran un bonito cuaderno para que apuntara las cosas y dejara de ser un desastre. Andrea se lo agradeció.
El suyo era uno que nadie habría podido entender, excepto ellos. Andrea los había escuchado muchísimas veces hablando de la tienda de bromas que iban a montar. Por lo que les había regalado una maquina con la que podrían hacer sus propios caramelos, para completar sus surtidos.
La noche antes del comienzo de las clases Andrea estaban sentada junto a Harry cuando Wood los abordó
—¿Qué tal las Navidades? —preguntó. Y luego, sin esperar respuesta, se sentó, bajó la voz y dijo—: He estado meditando durante las vacaciones, Harry. Después del partido, ¿sabes? Si los dementores acuden al siguiente... no nos podemos permitir que tú... bueno...
Wood se quedó callado, con cara de sentirse incómodo.
—Estoy trabajando en ello —dijo Harry rápidamente—. El profesor Lupin me dijo que me daría unas clases para ahuyentar a los dementores. Comenzaremos esta semana. Dijo que después de Navidades estaría menos atareado.
—Ya —dijo Wood. Su rostro se animó—. Bueno, en ese caso... Realmente no quería perderte como buscador, Harry. ¿Has comprado ya otra escoba?
—No —contestó Harry.
—¿Cómo? Pues será mejor que te des prisa. No puedes montar en esa Estrella Fugaz en el partido contra Ravenclaw.
—Le regalaron una Saeta de Fuego en Navidad —dejó caer Andrea.
—¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?
—No te emociones, Oliver —dijo Harry con tristeza—. Ya no la tengo. Me la confiscaron. —Y explicó que estaban revisando la Saeta de Fuego en aquellos instantes.
ESTÁS LEYENDO
Andrea Bletchley y el prisionero de Azkaban ☆
Hayran KurguDespués de un curso en el que casi muere Andrea pensaba que iba a tener un momento de paz, pero todo comienza a torcerse en cuanto sale a la luz que Sirius Black, uno de los mortífagos más peligrosos, ha escapado de Azkaban... //Tercer libro de la s...