La mala noticia

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Capítulo 13

En la torre de Gryffindor nadie pudo dormir aquella noche. Sabían que el castillo estaba volviendo a ser rastreado y todo el colegio permaneció despierto en la sala común, esperando a saber si habían atrapado a Black o no.

Mientras esperaban Andrea se sentó al lado de Hermione.

—Quiero ayudarte con lo de Hagrid, he estado ocupada con lo de quidditch, pero no puedo dejar que hagas todo el trabajo—dijo Andrea con firmeza.

Hermione la miró, tenía unas enormes ojeras y los ojos llorosos. Andrea se sintió fatal de verla así. Debía de estar fatal por lo de Harry y Ron, además de que no tenía tiempo para terminar todos los deberes que tenía y el giratiempos debía de estar volviéndola loca y estresarla todavía más. Andrea se dio cuenta de que había sido una amiga horrible.

—Hermione, yo...Lo siento muchísimo, no he sido la amiga que mereces. Pero quiero ayudarte con todo lo que necesites, estás trabajando demasiado.

Hermione cabeceó levemente y apoyó la cabeza sobre el hombro de Andrea. Se quedaron así, sin hablar mientras esperaban.

La profesora McGonagall volvió al amanecer para decir que se había vuelto a escapar.

Por cualquier sitio por el que pasaran al día siguiente encontraban medidas de seguridad más rigurosas. El profesor Flitwick instruía a las puertas principales para que reconocieran una foto de Sirius Black.

Filch iba por los pasillos, tapándolo todo con tablas, desde las pequeñas grietas de las paredes hasta las ratoneras. Sir Cadogan fue despedido. Lo devolvieron al solitario descansillo del piso séptimo y lo reemplazó la Señora Gorda. Había sido restaurada magistralmente, pero continuaba muy nerviosa, y accedió a regresar a su trabajo sólo si contaba con protección. Contrataron a un grupo de hoscos troles de seguridad para protegerla. Recorrían el pasillo formando un grupo amenazador, hablando entre gruñidos y comparando el tamaño de sus porras.

Andrea no pudo dejar de notar que la estatua de la bruja tuerta del tercer piso seguía sin protección y despejada. Parecía que Fred y George estaban en lo cierto al pensar que ellos, y ahora Andrea, Harry, Ron y Hermione, eran los únicos que sabían que allí estaba la entrada de un pasadizo secreto.

—¿Crees que deberíamos decírselo a alguien? —preguntó Harry a Andrea y Ron.

—Sabemos que no entra por Honeydukes —dijo Ron—. Si hubieran forzado la entrada de la tienda, lo habríamos oído.

Andrea se alegró de que Ron lo viera así. Si la bruja tuerta se tapara también con tablas, Harry ya no podría volver a Hogsmeade.

Ron se convirtió de repente en una celebridad. Por primera vez, la gente le prestaba más atención a él que a Harry, y era evidente que a Ron le complacía. Aunque seguía asustado por lo de aquella noche, le encantaba contarle a todo el mundo los pormenores de lo ocurrido.

—Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo.

Andrea cansada de sus historias dejó de hablar con ellos y se centró en Hermione.

Consiguieron redactar la versión de los hechos de Andrea y encontraron varios casos interesantes que podrían ayudar mucho a Hagrid. Le visitaron varias veces para ir proporcionándole más y más documentos. Él estaba encantado de que le ayudaran y más de que Andrea se hubiera unido.

Andrea Bletchley y el prisionero de Azkaban ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora