El beso del dementor

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Capítulo 19

Andrea no había formado nunca parte de un grupo tan extraño. Crookshanks bajaba las escaleras en cabeza de la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron lo seguían, como si participaran en una carrera. Detrás iba el profesor Snape, flotando de manera fantasmal, tocando cada peldaño con los dedos de los pies y sostenido en el aire por su propia varita, con la que Sirius le apuntaba. Andrea, Harry y Hermione cerraban la marcha.

Fue difícil volver a entrar en el túnel. Lupin, Pettigrew y Ron tuvieron que ladearse para conseguirlo. Lupin seguía apuntando a Pettigrew con su varita. Andrea los veía avanzar de lado, poco a poco, en hilera. Crookshanks seguía en cabeza. Andrea iba inmediatamente detrás de Sirius, que continuaba dirigiendo a Snape con la varita. Éste, de vez en cuando, se golpeaba la cabeza en el techo, y Andrea tuvo la impresión de que Sirius no hacía nada por evitarlo.

—Gracias—le dijo Sirius bruscamente cuando se metían en el túnel juntos.

—¿Por qué? —preguntó Andrea confundida.

—Por todo lo que hiciste, la comida, la compañía, que me contaras algunas cosas...—respondió él despacio—De verdad me lo pasaba bien, no estaba usándote ni nada. Siento que estaba traicionando tu confianza. Pero no podía hacer nada...Si me hubiera transformado te habrías dado un susto de muerte.

Andrea se quedó un rato en silencio, procesando sus palabras.

—Yo también lo pasaba bien—admitió Andrea.

—Sabes, me recuerdas a James, tu forma de ser—dijo con media sonrisa—hasta cumplís el mismo día.

—¿Enserio? —preguntó Andrea halagada.

Él asintió con seriedad como si fuera algo innegable. Después Andrea se sintió mejor y siguió caminando en silencio. Al llegar a una esquina en la que había más espacio Sirius se volvió a Harry

—¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew?

Andrea dejó pasar a Harry para que pudiera hablar mejor con Sirius.

—Que tú quedarás libre —respondió Harry.

—Sí... —dijo Sirius—. No sé si te lo ha dicho alguien, pero yo también soy tu padrino.

—Sí, ya lo sabía —respondió Harry.

—Bueno, tus padres me nombraron tutor tuyo —dijo Sirius solemnemente—, por si les sucedía algo a ellos... —Harry esperó. ¿Quería decir Sirius lo que él se imaginaba? —. Por supuesto —prosiguió Black—, comprendo que prefieras seguir con tus tíos. Pero... medítalo. Cuando mi nombre quede limpio... si quisieras cambiar de casa...

A Harry se le encogió el estómago.

—¿Qué? ¿Vivir contigo? —preguntó, golpeándose accidentalmente la cabeza contra una piedra que sobresalía del techo—. ¿Abandonar a los Dursley?

—Claro, ya me imaginaba que no querrías —dijo inmediatamente Sirius —. Lo comprendo. Sólo pensaba que...

—Pero ¿qué dices? —exclamó Harry, con voz tan chirriante como la de Sirius—. ¡Por supuesto que quiero abandonar a los Dursley! ¿Tienes casa? ¿Cuándo me puedo mudar?

Sirius se volvió hacia él. La cabeza de Snape rascó el techo, pero a Sirius no le importó.

—¿Quieres? ¿Lo dices en serio?

—¡Sí, muy en serio!

En el rostro demacrado de Sirius se dibujó la primera sonrisa auténtica que Andrea había visto en él. La diferencia era asombrosa, como si una persona diez años más joven se perfilase bajo la máscara del consumido.

Andrea Bletchley y el prisionero de Azkaban ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora