El secreto de Hermione

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Capítulo 20

—Los encontré al borde del lago, todos desfallecidos...

Snape acababa de contar su versión de la historia, Andrea no había abierto los ojos, pero estaba furiosa, estaba segura de que Snape la había aturdido.

—Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

—Gracias, señor ministro.

—Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

—Muchísimas gracias, señor ministro.

—Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

—En realidad fueron Potter, Bletchley, Weasley y Granger, señor ministro.

—¡No!

—Black los había encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

Andrea cerró los puños con fuerza.

—Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter.

—Ya. Pero ¿es bueno para él que se le conceda un trato tan especial? Personalmente, intento tratarlo como a cualquier otro. Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante. Fíjese, señor ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlo... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en compañía de un licántropo y un asesino... y tengo indicios de que también ha visitado Hogsmeade, pese a la prohibición.

—Bien, bien..., ya veremos, Snape. El muchacho ha sido travieso, sin duda.

Andrea abrió los ojos, Harry estaba acostado en la cama de al lado, con los ojos cerrados. Harry estaba completamente aturdido. Las palabras que oía parecían viajar muy despacio hasta su cerebro, de forma que le costaba un gran esfuerzo entenderlas. Sentía los miembros como si fueran de plomo. Sus párpados eran demasiado pesados para levantarlos. Quería quedarse allí acostado, en aquella cómoda cama, para siempre...

Andrea siguió escuchando volviendo a cerrar los ojos.

—Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder, Snape?

—No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

—Extraordinario. Y, sin embargo, Black, Harry y las chicas...

—Todos estaban inconscientes cuando llegué allí.

«mentira—pensó Andrea»

—Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa. Abrió los ojos. Se hallaba en la oscura enfermería. Al final de la sala podía vislumbrar a la señora Pomfrey inclinada sobre una cama y dándoles la espalda. Bajo el brazo de la señora Pomfrey, distinguió el pelo rojo de Ron. Andrea volvió la cabeza hacia el otro lado. En la cama de la derecha se hallaba Hermione. La luz de la luna caía sobre su cama. También tenía los ojos abiertos. Parecía petrificada, y al ver que Andrea estaba despierta, se llevó un dedo a los labios, pero volvió a repetir el gesto cuando Andrea y ella se dieron cuenta de que Harry tampoco estaba dormido. Luego señaló la puerta de la enfermería.

Andrea Bletchley y el prisionero de Azkaban ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora