Capítulo 10
Harry salió corriendo de la taberna sin siquiera mirar a sus amigos. Andrea se levantó cogiendo su chaqueta, aquella conversación le había dejado mal sabor de boca. Miró preocupada a Ron y a Hermione.
—Nos vemos en la cena—murmuró dándose la vuelta y saliendo también rápidamente de las tres escobas.
Andrea salió corriendo por el pueblo y se dirigió al castillo, pero al llegar ante la puerta cambió de opinión y dio media vuelta. Giró sobres sus talones y anduvo hasta el árbol en el que solía sentarse en frente del lago negro.
Como Hermione le había enseñado conjuró un pequeño fuego para no morirse de frio y contempló como la nieve caía sobre la superficie medio helada del lago.
Al rato apareció Orión cubierto de copitos de nieve. Andrea sacó un paquete de galletas que siempre llevaba en el bolsillo desde que había conocido aquel animal. Él se tumbó a su lado mientras Andrea le daba una de las galletas y se quedaba otra ella.
Mordisqueó la galleta distraídamente mientras pensaba en lo sucedido. Andrea no era capaz de imaginar que sentiría si uno de sus amigos la traicionaba. Confiaba más en ellos que en ella misma.
Después Andrea se vio de repente sobrepasada por todos los problemas que había acumulado ese curso. El perro pareció notar la tristeza de la chica, le dio un golpecito con el hocico y apoyó su cabeza sobre la pierna de Andrea. El perro la miró y torció la cabeza, confundido.
—Tu no lo entenderías, solo eres un perro—murmuró Andrea dándole otra galleta mientras la primera lagrima se deslizaba por su mejilla.
Andrea se tapó la cara con la palma de las manos y comenzó a llorar. Pensó que el frio debía estar afectándole al cerebro, porque comenzó a quejarse y desahogarse con el perro.
Y le habló sobre su familia, le habló sobre lo que los dementores la hacían sentir y lo poco que sabía sobre ello, todo aquello que había cargado lo dejó salir. Andrea sentía que debía estar volviéndose loca porque el perro parecía escucharla atentamente.
Orión se acercaba a ella y le colocaba la pata sobre su rodilla como si quisiera infundirle ánimo. Andrea se sentía estúpida por llorar y por encima hacerlo delante de él. Tenía la nariz roja y las lágrimas que humedecían su cara se habían vuelto frías con la temperatura invernal.
Cuando Andrea se quiso dar cuenta quedaba media hora para la cena y ya casi había anochecido. Andrea caminó lentamente de regreso al castillo sintiéndose un poco más ligera.
«Al menos ha servido para algo—pensó mientras se dejaba caer en la mesa de Gryffindor al lado de Ron.»
Andrea, Ron y Hermione observaron intranquilos a Harry durante toda la cena, sin atreverse a decir nada sobre lo que habían oído, porque Percy estaba sentado cerca.
Cuando subieron a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, habían lanzado media docena de bombas fétidas. Harry se fue a hurtadillas hasta el dormitorio mientras Andrea y Hermione se dejaban caer sobre uno de los sillones de la sala común.
—¿Qué te ha ocurrido Andrea? —preguntó Hermione volviendo a centrar su atención en ella—¿Qué les pasa a tus ojos?
Andrea la miró confundida colocándose en el sillón de forma que pudiera mirarla.
—¿Qué les pasa a mis ojos?
—Están rojos—respondió Hermione acercándose a ella para mirarlos con más atención.
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Andrea Bletchley y el prisionero de Azkaban ☆
FanfictionDespués de un curso en el que casi muere Andrea pensaba que iba a tener un momento de paz, pero todo comienza a torcerse en cuanto sale a la luz que Sirius Black, uno de los mortífagos más peligrosos, ha escapado de Azkaban... //Tercer libro de la s...