TÚ ERES MI PRINCESA ©️

Capítulo 15*

Marcus

El viento agitaba el cabello de Samantha, podía verlo por el espejo retrovisor derecho. Ella sonreía satisfecha y por momentos veía que su cara demacrada oculta muy bien bajo su sonrisa y todo ese maquillaje desaparecía y era remplazada por una cara de satisfacción y felicidad pura.

- Acelera Marcus. - yo no respondí, solo le hice caso. Pisé el acelerador y escuché como ella gritaba de la emoción. Aceleré más, ella se aferró más fuerte a mi espalda y yo sonreí de satisfacción. Poco poco divisé la playa a la que la quería llevar, esa playa desierta a la que iba después de la muerte de Liza a pensar. Después de darle mil vueltas en la cabeza, después de enterarme de la historia completa, estaba dispuesto a poner casi todas las cartas sobre la mesa y con suerte conseguir su perdón. Toda la semana había insistido y esta iba a ser la última vez, ya no la quería molestar o incomodar más, sin mencionar que ya me sentía lo suficientemente humillado y mi ego y orgullo no daban para más. 

Cuando vi el cartel que daba la bienvenida a la playa "Mollesol", giré a la derecha y estacioné la moto en una superficie de cemento que había a la entrada. Apagué el motor y me quité el casco. Por el retrovisor observé disimuladamente como hacía lo mismo Samantha, y luego como sacudía su cabello dejando que el viento lo impulse hacia atrás.  Ambos caminamos hacia la orilla y nos sentamos en la arena tibia.

- Sami, yo... - me miró atenta - realmente lamentó todo, no merecías nada de esto. - ella intentó decirme algo pero no la dejé - Por favor, primero escúchame, primero entérate de absolutamente todo. - tomé aire y comencé a hablar, - Es cierto, el rey mandó a Gabriel a que consiga una esposa con el fin de cumplir la promesa del abuelo y coronar al siguiente rey, pero Gabriel se está aprovechando de eso. La abuela se enteró por unos amigos y por Robert que Ágata, la hermana de Gabriel, estaba en negocios turbios de la mafia, pero una mujer no podía ser la líder, y es ahí cuando se enteró que el que heredó la mafia fue Gabriel. Luego la Nonna escuchó a la Reina y a Gabriel hablar sobre el tema y es ahí cuando decidieron hacer algo. A mi me lo comunicaron después del almuerzo de compromiso. Luego me enteré que Robert te estuvo observando y te convenció con ayuda de un alucinógeno para que aceptases casarte con Gabriel. La abuela me pidió que te convenza para que nos ayudes y a mí se me ocurrió conquistarte, fui egoísta lo sé y lo siento. Por otro lado, ese día en el jardín, sencillamente lo que te dije no tiene justificación. - dije todo tan rápido que por un segundo pensé que no me había entendido. Luego, por su expresión comprendí que sí. 

- ¿Me drogaron? -  Su cara era de furia pura y eso me asustaba. - ¿Estás diciendo que a parte de usarme y tratarme mal, me drogaron para que acepte?, ¿Cuándo? ¡Dime Marcus!

- Sam, yo no lo hice, fue Robert y realmente lamento eso. Por lo que me dijeron fue una noche en un bar, no sé más. La Nonna tampoco estaba enterada y hasta ahora no lo sabe, le chocaría demasiado saber que su nieto hizo eso. Para ella, él uso buenas técnicas de convencimiento con unas copas encima. Te juro que cuando me enteré casi mato a mi hermano, lo siento de verdad. - ella no decía nada y su silencio solo me ponía más nervioso. No hablamos más. El sunset llegó y lo observamos en silencio mientras el ruido de las olas nos arrullaba. Cuando el sol se escondió por completo, ella se levantó y caminó hacia la moto.

- Llévame a la residencia por favor Marcus. - el tono y la seriedad de su rostro me dijeron mucho más que mil palabras. Era oficial, había perdido a Samantha. Obedecí y encendí la moto. De regreso, manejé mucho más lento, con la esperanza de alargar el tiempo en esta posición, ella abrazada a mi espalda. Probablemente no iba a dirigirme la palabra nunca más o en el peor de los casos no la volvería a ver, pero yo había hecho todo lo que estaba en mis manos, y eso me daba algo de consuelo. Cuando llegamos, ambos bajamos de la moto y mientras Sami se quitaba el casco, ella me miró a los ojos y juro que volví a respirar.