Capítulo 7*

47 5 1
                                    

Samantha

La luna y las estrellas se veían reflejadas en el lago, la música nos arrullaba y el canto de los grillos terminaban de crear el escenario perfecto. Llevábamos como 2 horas y 3 litros de helado en silencio pero el espacio era realmente cómodo. No sabía cómo pero mi cabeza había llegado hasta su hombro, él pasó un brazo por detrás de mi espalda y yo solo me acurruqué.

- Samantha, ¿Ahora me vas a decir que significa mi apodo? - a pesar de todo, veía a Marcus tenso y algo incómodo. No sé si eran ideas mías pero preferí ignorarlo y solo disfrutar del momento. 

- No te enojes ¿Va?, pero solo te voy a decir el porqué te digo semáforo, tú tendrás que deducir lo demás.

- Está bien. - me miró atento y expectante. 

- Después de la media noche, la gente no respeta un semáforo. - A veces la creatividad que tenía yo para esas cosas me sorprendía hasta a mí.

- ¿Qué? - al parecer el chico no era muy listo porque demoró al rededor de un minuto en darse cuenta. - ¿Crees que soy un promiscuo? - sonrío arrogante. Para su mala suerte, el término que usó solo ocasionó en mí una fuerte carcajada.

- Más o menos. Bueno eso creía de ti pero no te conocía. - A quién iba a engañar, con la pinta que tenía seguro era todo un mujeriego pero lo mejor era no mencionarlo. 

- ¿Entonces, crees que soy un mujeriego o no?

- No lo sé, no te conozco lo suficiente. Dime ¿Eres mujeriego?

- Déjame pensar en mi respuesta, - hizo una pausa y luego sonrío coqueto -  ¿Un mujeriego haría esto? - En tan solo un segundo pegó su cuerpo contra el mío, nuestros rostros estaban a solo medio centímetro de distancia, nuestras respiraciones se aceleraron y sentí que todo el cuerpo me fallaba.  Un momento de lucidez me hizo recordar algo realmente importante, yo me iba a casar con Gabriel, su primo.

Aunque puse todo mi empeño, algo en Marcus me atrajo y sedujo causando en mi un cortocircuito. No sabía si eran sus ojos profundos o su sonrisa retorcida pero inconsciente me puse a jugar con su cabello.

- Esto está mal. - aunque mí boca lo decía, mi cerebro y mis brazos no hacían ningún esfuerzo por moverse. Me sentía cómoda ahí, segura. 

- Lo sé, pero te gusta. - y eso es lo que me preocupaba. 

- Aléjate, por favor. - mi voz no sonaba convincente.

- Tú no lo amas. - sus ojos revelaban mil cosas que me asustaban, no lucían sinceros. 

- Eso no te importa. 

- Los amigos se cuentan secretos. - ¿Me iba a hablar de amigos? De verdad que era un payaso. 

- Lo amigos no están uno sobre otro.

- ¿Por qué aceptaste casarte con él? Sé que para heredar debe estar casado con alguien de la universidad pero ¿Por qué aceptaste? - entonces Marcus sabía todo. La vergüenza me invadió y el color subió a mis mejillas. 

- Le hago un favor a un amigo.

- Solo te digo, Gabriel no es quien crees. Todos tenemos secretos, secretos oscuros. - el movimiento de sus labios me hipnotizaba y me tuve que dar una cachetada mental para reaccionar y responder. 

- Confio en Gabriel.

- Bueno, solo ten cuidado, ahora - apoyó un dedo sobre mis labios y me miró intensamente causando estragos en mí y haciéndome ignorar todo lo que sus ojos reflejaban. ¿Temor?, ¿Miedo?, ¿Duda? - te voy a contar algo. La Nonna me relataba historia increíbles sobre la luna, decía que guardaba los secretos de lo amantes.

TÚ ERES MI PRINCESA ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora