𝑳𝒂 𝒗𝒊𝒆 𝒆𝒏 𝒓𝒐𝒔𝒆

377 24 4
                                    

El regalo de San Valentín que Jagged había encargado para su prometida Penny estaba acabando con el diseñador y su asistente. Eran las 23 horas del 13 de febrero y las luces del atelier estaban todavía encendidas al igual que los dos adultos haciendo las terminaciones al gran diseño; resultaría mas fácil si el vestido lo mandaban a la fábrica a confeccionar, pero como pedido especial de su gran amigo el diseñador decidió volver a sus inicios cuando solo tenia una maquina de cocer, sus manos y su mente llena de creaciones aspiradas a ser realidad, pero con solo 4 horas de sueño y el resto del tiempo diseñando, cortando y cociendo sin mencionar los saltos de comida y la cantidad excesiva de cafe consumido hacia que se arrepintiera de confeccionarlo él mismo.

Al levantar su vista esta se detuvo al ver como su amiga enhebraba la aguja; siempre le había fascinado la gran motricidad fina que Nathalie tenía en conjunto con su delicadeza, con el paso de los años esa cualidad fue mejorando hasta el punto de tener mejor habilidad con las manos que él mismo. Su mirada, centrada ahora en los puntos que estaba haciendo lo hipnotizo como el primer día que se conocieron, la sonrisa en su rostro le demostraba lo feliz que estaba ayudándolo a pesar de haber sobrepasado sus horas de sueño y de trabajo.

- Sabes que puedes irte cuando quieras Nathalie - dijo el diseñador retomando el trabajo del dobladillo en sus manos.

- Es la séptima vez que me lo dices, empiezo a creer que no quieres de mi compañía - al igual que su acompañante su concentración estaba en los puntos de union de los dos trozos de tela en su regazo.

- ¡Claro que no! Me encanta que me acompañes y estoy realmente agradecido, pero no quiero que te enfermes por todo esto, tu jornada de trabajo termino hace 5 horas y todavía sigues acá - la mirada de Gabriel se enfoco en Nathalie intentando generar algún tipo de presión que haga levantar la cabeza de la mujer.

- Basta Gabriel, ya hemos conversado esto un millón de veces, sabes que disfruto ayudarte y no me complica en lo absoluto, además, entre llegar a mi casa y estar sola o quedarme contigo y Adrien acá unas horas mas prefiero la opción donde hay dos rubios - la curvatura en sus labios daba una de las sonrisas mas lindas que había visto el platinado.

- Esta bien, pero déjame compensarte estas horas extras invitándote a un desayuno mañana.

- Lo siento señor Agreste pero sería poco profesional de nuestra parte - la risa de ambos ante el sarcasmo de la azabache era una de las tantas complicidades que tenían.

Todo París, por no generalizarlo al mundo entero sabia de la gran Nathalie Sancoeur, la mujer fría sin corazón asistente ejecutiva y mano derecha del aclamado Gabriel Agreste, el diseñador de moda calculador e indiferente; ambos mostrando su mejor rostro de profesionalismo ante la prensa y el público - sobre todo por la lamentable noticias de algunos años en donde la esposa del diseñador falleció durante el parto - marcándolos como el terror de París si alguien llegase a topar con ellos, causando conmoción por donde pasarán y miedo al que les fallará. Pero la realidad era otra, pues dentro de las cuatro paredes de la mansión ambos eran totalmente distintos, solo eran Nathalie y Gabriel, dos personas llenas de amor y carisma, con risas, llantos, alegrías y penas; la personalidad juguetona y cariñosa de Nathalie era algo que solo el diseñador y el pequeño Adrien conocían, al igual que el gusto por la cocina y la buena música de Gabriel eran un deleite que lo sabían su hijo y Nathalie.

───── 1 hora mas tarde ──────

Cerca de la media noche el sonido de la puerta moverse extraño a los adultos que al fijar su vista al lugar del ruido vieron a un pequeño niño rubio de aproximadamente 5 años estrechando sus manos en sus ojos mientras caminaba hacia ellos.

Tell Me With a Song [20 stories, 20 songs] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora