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El tibio tacto de los labios chocandose, caricias recorriendo por aquí y por allá, más el bochornoso sonido que se generaba cuando sus lenguas se juntaban, era todo lo que podían sentir los dos jovenes parados allí en medio de la habitación.

Las manos del castaño daban leves apretones en la cintura del contrario, tratando de mantener sus cuerpos lo más juntos que fuera posible y las manos del pelirubio recorrían todo su pectoral, trasladándose hacia los brazos y quedándose allí unos segundos, apreciando la musculatura de éstos.

Los besos eran lentos y suaves como caricias, pero llevaban la lujuria en igual medida.

En un momento dado el castaño separó sus labios, dejando escuchar un chasquido al hacerlo.
Conectaron la mirada por un efímero momento y sin romper la burbuja en la que se encontraban, el mayor fue depositando pequeños besos a lo largo de su mandíbula, disfrutando la suavidad de la piel del menor.

El pelirubio mantenía sus ojos cerrados, sintiendo cada uno de esos besos como si fuera lo más maravilloso, porque para él eso era así.

Los besos fueron cambiando a unos más húmedos a medida que iba bajando por su cuello y el contrario se deleitaba soltando leves jadeos.

El castaño al percibir que el menor estaba disfrutando, decidió ir por más y atrapó el lóbulo de su oreja entre sus dientes.
El pequeño gemido que salió de los labios de pelirubio, fue un deleite para sus oídos.

Pensó que no estaba bien hacer esto, pero cuando el contrario dió pequeños apretones en sus brazos, haciendo que sus cuerpos chocaran, provocando que sus erecciones se rozaran, supo que no podía dar marcha atrás, o más bien, que no quería hacerlo.

En un movimiento rápido hizo que el menor trepara en su torso y enredara sus piernas a su cintura.

Sus manos pasearon de su cintura, al trasero apreciando las curvas que el pelirubio poseía.
Conectaron sus miradas y como si de telepatía se tratara, volvieron a unir sus labios, con deseo.
El castaño sin poder resistirlo, apretó el trasero del otro a su gusto, haciendo que el contrario soltara pequeños gemidos acompañados de jadeos.

Aquello para ambos jovenes era muy caliente, ambos estaban demasiado deseosos de más y más.

El castaño se sentó en la cama, sin despegar sus labios en ningún momento y el menor quedando sentado a ahorcajadas de él.

Pasó sus dedos por el dobladillo de la remera del pelirubio y cuando éste se separó de su cuerpo levantando sus brazos, se la retiró dejando así expuesta la piel acanelada, cubierta de cicatrices y moretones ya casi curados ante sus ojos.

El pelirubio al notar que el castaño se le quedó mirando el torso, deseó ponerse la camisa nuevamente y ocultarse.
El miedo y la inseguridad crecieron, haciendo sentir pequeño al menor y eso el castaño lo notó. Él no quería hacer sentir incómodo al pelirubio, al contrario.

Paseó sus manos por todo su torso, dando leves caricias y dejando besos en el mismo.

El pelirubio sintió sus ojos aguarse, pero no de tristeza, estaba conmovido y feliz por aquello.
Entonces con el corazón galopando en su pecho, abrazó al mayor por los hombros y lentamente comenzó un camino de pequeños besos por su cuello.
Besos pequeños que poco a poco, fueron tornándose húmedos, gracias a las constantes caricias y apretones que recibía a cambio.

Se separó y nuevamente volvieron a unir sus labios, esta vez notandose más la lujuria y el deseo en aquella unión.

El pelirubio comenzó a mover sus caderas, causando una placentera fricción entre ellos y causando que sus miembros dolieran por necesidad.

UNA PETICIÓN - [[TAEKOOK - KOOKTAE]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora