Capítulo 1

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Capitulo 1:

La tarde se había pasado de largo entre largos y cortos lapsos de tiempo entre risas, frustraciones por la tarea y siestas de 10 minutos en las clases más aburridas que transcurrían durante la jornada escolar un viernes cualquiera. La verdad es que adoraba ir a clases, encontraba una forma de desahogo, pero adoraba aún más cuando estas acababan y podía soltar todo mi estrés corriendo por una cancha corriendo suicidios con mis compañeras de equipo a modo de castigo por llegar tarde. En un intento de despertar de mi somnífero trance, dejé que mi cabello cayera libre por mis hombros tras estar todo el día recogido. Hice una mueca al notar que mi cuero cabelludo ya dolía por lo mismo.

Mis ojos apenas se abrían mientras sentía como las sillas eran arrastradas por el suelo, indicando que las clases había acabado y que debía cumplir con un compromiso que después de todo, según mi criterio, era más importante que estar en clase. Mi mejor amiga por fin tenía un día libre tras un semestre lleno de trabajos y proyectos en su primer año en la universidad, por lo que decidimos ir a por un café después de que mis clases terminaran para ponernos al día.

Estiré mi cuerpo con pereza y solté un gran bostezo, desenredando mi cabello con los dedos. Miré a mi alrededor y la sala ya se encontraba vacía, menos por el profesor que se encontraba en el umbral de la puerta apresurándome con la mirada para que me largara de una vez. Murmuré unas disculpas y me apresuré en salir, para posicionar mi mochila sobre las bancas a un lado de la sala y rebuscar en ella mi cepillo de pelo. Una vez peinada, conecté mis audífonos al celular y emprendí camino hacia la entrada. El otoño claramente ya estaba aquí y me arrepentía de no haberme puesto medias, dejando mis piernas expuestas al frío que se acercaba acorde pasaba la tarde. Los minutos pasaron haciéndose eternos, miraba con tranquilidad a los alumnos y profesores tomando rumbo hacia sus casas mientras que esperaba impacientemente a que Denisse se dignara en aparecer. Y como si fuese arte de magia, cuando ya estaba a punto de escribirle, una figura petiza se acercaba con prisa. Esbocé una sonrisa, acercándome a mi mejor amiga para envolverla en un abrazo de oso.

― ¡Amiga, te extrañaba tanto! ― exclamó mientras se soltaba del abrazo para mirarme y abrazarme nuevamente dando pequeños saltitos de emoción.

Yo, por otro lado, solo sonreí y la abracé nuevamente, aguantándome las ganas de llorar ahí mismo. Sin duda esas semanas sin ella fueron un infierno. Muchas cosas en mi vida pasaron en ese lapso que obviamente ella sabía pero que no había tenido la oportunidad de poder expresarme al cien por ciento. Después de un rato conversando nos dirigimos a la parada de buses y tomamos rumbo hacia nuestro café, reconociendo que estábamos cerca cuando cruzamos el puente sobre el río que dividía la ciudad.

―Es tan bueno verte, ya te extrañaba. ― le dije mientras tomaba un sorbo de mi mocha.

Denisse solo asintió, regalándome una de sus características sonrisas que te hacían caer ante sus pies. ―Créeme que yo también. Entonces dime, ¿Cómo vas con la ruptura?

¡Muy bien, amiga! Otra cosa de tus cualidades que te hacían tú, la discreción y tu no eran mejores amigas.

Me tomé unos cuantos segundos antes de responder. Si bien ya eran casi 3 semanas desde que logré escapar de las cadenas de mi exnovio, el sentimiento de culpa y sumisión aún no me dejaban. Me sentía perdida sin él, pese a todo lo malo intentaba convencerme de que algún día cambiaría y se daría cuenta de todo el daño que me ha hecho, que el amor no es solo un te amo por cada lágrima caída. Sin embargo, la libertad había tocado a mi puerta y no hallaba que hacer con ella por lo que mi mundo solo centró en lo que me gustaba hacer: baloncesto. Claro mi vida no solo se enfocaba por completo hacia ese deporte, sino que desarrollaba mis habilidades motrices en otro campo deporte el cual era la danza, mi favorito de todos. Sin embargo, la presencia de Alexander aún permanecía en mi alma y los rincones de mi hogar, donde solíamos pasar cada tarde conversando de todo y nada. Mordí mi labio, desviando la mirada de los ojos de mi amiga. ―Creo que voy bien, se dice que es un mes por cada año de servicio así que creo que en poco tiempo podré renacer.

La Apuesta (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora