Capítulo 12

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Capítulo 12:

El aire fresco de la noche chocó con mi cara enrojeciendo mis mejillas y la punta de mi nariz. Escoltamos nuestro camino hacia el ante jardín luego de haber notado que no había ningún alma en ese lugar y en donde, según Simón y Denisse, estaríamos tranquilos para chismear sin que algun desconocido nos oyera.

Simón sacó de su bolsillo delantero una pequeña caja de metal azul parecida a la de Denisse -se la compraron el mismo día- de dónde sacó un blunt y encendió un extremo, inhalando y exhalando el humo con tranquilidad. Se lo pasó a Denisse quien le dio una corta calada y me lo pasó con los ojos cerrados, tarareando la canción de fondo.

― ¿Qué fue esa escena ahí adentro? ―preguntó Simón, observándome con intensidad.

―No lo sé. ―respondí, devolviéndole el cigarrillo. ―Estoy tan confundida como ustedes. Pero equis, no hablemos de eso. No quiero pensar en ellos. Solo quiero alcoholizarme

Saqué un cigarro de mi cajetilla ya media vacía y me lo llevé a la boca en cuanto mi amiga extendió su brazo para arrebatarme de mi mano libre el vaso plástico, tomando la oportunidad de encenderlo sin complicaciones.

―Como carajos te puede gustar esto. ―dijo Denisse arrugando el rostro luego de haberle dado un sorbo a mi bebida.

―No es tan malo. ― opinó Simón, ofreciéndole su vaso. ―Es pisco con blanca.

Ella lo tomó con ambas manos y le dio un gran sorbo sin pensarlo dos veces.

―El trago es rico, solo que es para paladares finos. ―me defendí, obteniendo burlas de su parte. ―Me da más asco el pisco.

Mateo asomó la cabeza por la puerta principal, mirando de lado a lado y cuando nos vio salió cerrando la puerta tras él. Se veía algo agitado. ― ¿Puedo quedarme aquí? Algunos vieron que Demian se quitó la camiseta e hicieron lo mismo, ahora están haciendo que todos lo hagan.

Los tres asentimos y él se acercó a nosotros. Escondió las manos en sus bolsillos y nos miró en silencio sin saber que decir. Noté algunos gestos parecidos a los míos cuando me tenía ansiedad social por lo que entrelacé su brazo con el mío con el fin de atraerlo a mí esperando a que pudiera sentirse un poco más relajado. Me estaba sintiendo más liviana y mareada, gracias al cielo, por lo que también aproveché esa instancia para que fuera un soporte.

―Hace frío, pero está rica la noche, weon. ―dije en un intento de romper el silencio.

Mateo asintió tímidamente, totalmente mudo. Su ceño fruncido daba a conocer un malestar que le inquietaba y sus ojos se movían de lado a lado, negados a la idea de concentrarse en solo una cosa. Un silencio comenzó a hacer su camino entre nosotros y bajo la intensa presión de mis amigos para alivianar el aire, rebusqué las palabras adecuadas para romper el hielo.

―Sabes, ―comencé a decir pausando para encontrar alguna reacción de su parte.

―Oh no, ya va a empezar. ―dijo Simón, prendiendo otra vez el blunt y Denisse río disimuladamente cubriéndose la boca con una mano. ―No la escuches Mateo, Alice cuando está ebria le gusta decir lo obvio.

―Simón tu calla, no estoy ebria y tú cuando estás así apenas puedes hablar con sensatez ―le fulminé antes de volver a dirigirme a Mateo, cuyos ojos estaban abiertos de par en par como un conejo asustado. Claramente estaba mintiendo con lo de no estar ebria, ya que requirió un poco más de esfuerzo para no marearme al mirar hacia arriba. ―Mateo, no soy quién para decir esto, pero se te ve demasiado tenso comparado con otras veces. ¿Estás bien?

La Apuesta (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora