Capítulo 16:
La relación con Demian tomó un giro inesperado, en la cual nuestros impulsos hormonales tomaban el control en ocasiones que no podíamos evitar. Compartíamos miradas secretas cuando nos cruzábamos por el pasillo de la escuela como si nos estuviésemos incitando a repetir lo de anoche en algún lugar recluido del campus solo para experimentar la adrenalina de ser descubiertos.
Nuestro círculo de amigos no tenía ni la más mínima idea de que detrás de las bromas de doble sentido, que por cierto ya no detestaba, se esconde un secreto que solo quedaría entre ambos. Sin sentimientos de por medio, solo calentura y buen sexo.
Pensaba que de esa forma me ayudaría a olvidar lo que estaba empezando a sentir por el arrogante entrenador suplente y en realidad, estaba funcionando bastante bien.
Dejar mi dependencia emocional hacia las personas fue un hito liberador que logró que me auto descubriera en muchos ámbitos, ya sea como actividades que disfrutaba haciendo sola o también como disfrutaba de la sensación de promiscuidad que se hallaba enterrada en lo más profundo de mi ser.
No iba saltando de pene en pene, como es que la gente se lo imaginaba al oír la palabra promiscua y cual define el diccionario. Si no que más bien, tenía pensamientos obscenos con algunos chiquillos con los que había comenzado a hablar por redes sociales; nada serio, solo para pasar el rato. Eso del cambio de piel fue real.
El cambio no solo afectó a mi sexualidad, sino que también me ayudó a pensar de manera más calmada y con madurez la realidad que hasta ese momento, estaba ignorando a toda costa. No podía seguir abusando de la buena voluntad de la familia de Demian, por lo que, impulsada por mi buena vibra, volví al departamento al día siguiente de haber increpado a Tristan para enmendar las cosas con mi madre.
Mamá se lo tomó bien, como era de esperarse, estaba más tranquila y tal como lo pensé, el tiempo separadas en realidad nos ayudó a reflexionar con tranquilidad. ¿Estaba bien que me fuera de casa cada vez que peleábamos? Claro que no.
¿Estaba bien que ella me insultara cada vez que estuviera molesta? Tampoco.
"Me comprometeré contigo," dijo mientras compartíamos un cigarro en la pequeña plaza del condominio. "Comenzaré a ir a terapia junto a ti y a tu hermana. Sanaremos las tres y mejoraremos para vivir lo mejor de nuestras vidas."
Me dije a mi misma que debía darle la oportunidad. Después de todo, nadie nació aprendiendo a cómo lidiar con sus propios demonios. Es en simples palabras, como ir a la guerra sin saber cómo disparar un fusil. Las tres estábamos expuestas, asustadas y no sabíamos a donde ir, solo nos teníamos a nosotras pese a todo.
******
Nos encontramos en el liceo, descansando el resto de la tarde hasta que tocara el timbre para irnos a entrenar. Para nuestra suerte, el profesor que nos tocaba a la ultima hora tuvo que irse temprano, por lo que nos permitieron irnos a casa antes.
Simón y yo nos quedamos merodeando por el campus por un rato, luego nos fuimos a nuestro lugar debajo del árbol de cereza en donde nos desplomamos desganados, uno a cada lado.
El sol brillaba con aquel deslumbre primaveral que estaba a la vuelta de la esquina, y con ella, mi cumpleaños. No lo hubiera mencionado a no ser por Simón, quien decidió mencionarlo repentinamente.
― ¿Qué quieres de regalo? ―me preguntó Simón, mirando a la pantalla de su celular.
Me encogí de hombros e intenté atarme el cabello de modo que descubriera mi cuello. El calor que el sol nos estaba dando nos tenía con la lengua afuera y la tela gruesa del uniforme era como tener un manto de lana cuando se podía freír un huevo en el suelo. Sin embargo, me negué a sentarme en la sombra como una persona normal.
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La Apuesta (Reescrita)
Roman d'amourAlice Metta siempre ha sido dependiente emocionalmente de las personas y está dispuesta a sanar. Tristan Murphy siempre ha sido independiente en todo sentido y está dispuesto en ayudar a quien lo necesite. Dos polos opuestos con una pasión en común...