Bourbon
Aquel nombre resonó en su mente, y la detective encogida pudo sentir como una especie de sudor frío le recorría lentamente la espalda.
- Ese es mi nombre en clave en la Organización... ¿Y bien? ¿Sorprendida, Ran Mouri? – se burló de ella aquel chico usando su verdadero nombre, como si así le diera más énfasis a su revelación.
Irene apretó los dientes con rabia.
- Pe- pero entonces... Eres compañero de los Hombres de Negro... - murmuró con un hilo de voz.
- Je je... - se rió Amuro, a la vez que pasaba una mano por su cabello, apartándose los mechones de la frente con gracia - Te está costando pillar lo que sucede, señorita detective.
- ¿¡Qué has dicho!? ¿A qué te refieres?
- Te dije que vivía en el distrito 2 del centro de Beika, ¿recuerdas?. Pero no te di el número de la vivienda, porque supuse que llegarías a la verdad por ti misma... El número de la casa es el 22... Sí, justo al lado de tu nueva dirección, ¿te suena de algo?
- ¿El número 22...? - Los ojos de la pequeña detective se abrieron, a la vez que palideció, cuando entendió las implicaciones de aquello - P-pero... ¡Esa es la casa del profesor Agase! - exclamó aterrada. No era posible. Debía tratarse de alguna mala broma.
Rápidamente, Irene sacó el móvil de su cartera, y con manos temblorosas tecleó el número del profesor.
Tu... Tu... Tu... Tu...
Irene podía sentir como la ansiedad se adueñaba de ella, mientras el teléfono en su oído comunicaba y comunicaba una y otra vez, sin cesar.
- ¡Vamos... vamos...! ¡Cógelo Profesor! - le gritó al aparato, completamente desesperada.
- Olvídalo. Puedes llamar todo lo que quieras, que siempre comunicará. - escuchó la voz burlona del chico de la organización detrás de ella. Irene se giró hacia él, acuchillándolo con la mirada. Más el chico de piel oscura continuó, sin inmutarse - Ni aunque estuviera cerca del receptor podría cogerlo...
- ¿Q-qué quieres decir que eso...?
- No te contestará nunca... porque ya no está en este mundo.
- ¡Tú, maldito! ¡No te habrás atrevido!
Aquella era una posibilidad realmente horrible, e Irene no quería ni planteárselo. Guardó el móvil en su bolsillo, y corrió todo lo deprisa que pudo en dirección a la casa del profesor, sin importarle que Amuro se quedará atrás. Maldición. Había bajado la guardia, se había confiado y, a consecuencia de ello, el enemigo había hecho su movimiento.
¿Cómo no se había dado cuenta de que aquel chico era en realidad un mentiroso? Había habido toda clase de señales: tanto su actitud madura como sus conocimientos, que no se correspondían con los de un niño de su edad, el que había estado observándola y estudiándola de reojo toda esa tarde, el que supiese manejar un arma con total frialdad...
El aire frío de la noche se le clavaba en el pecho al respirarlo, blancas nubes de vapor salían de sus labios cada vez que exhalaba, pero no por eso detuvo su carrera. En cuestión de minutos, Irene llegó a la vivienda del profesor Agase. Con la respiración jadeante, observó el edificio que se alzaba ante ella. Las luces estaban apagadas y nada parecía indicar que hubiera movimiento alguno en su interior. La pequeña detective apretó los puños, y avanzó con paso decidido hacia la puerta de entrada. Todo apuntaba a que iba a meterse de lleno en una trampa, no obstante, no tenía miedo.
La puerta estaba abierta, e Irene la empujó lentamente.
- ¿Profesor...? - probó a llamar suavemente. Al no obtener respuesta alguna abrió más la puerta y entró en la casa. - ¿Hola?... ¿Agase?...
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La Detective Que Encogió (Cancelada)
FanfictionBasado en los personajes creados por Gosho Aoyama. "¿Qué pasaría si Shinichi Kudo nunca hubiera querido ser detective, y hubiera seguido jugando al fútbol?" "¿Y si Ran Mouri fuera la detective, y hubiera ido detrás de los Hombres de Negro aquel día...