Lentamente, y con pesadez, los ojos índigos de la pequeña detective fueron abriéndose, mientras gruñía un poco. Parpadeó un par de veces hasta que finalmente se acostumbro a la luz que había en su habitación, y soltó un gran bostezo.
La noche anterior, ella y Shinichi habían regresado muy tarde del museo Beika, pues habían participado junto a la policía, en la búsqueda del ladrón llamado Kaito Kid. Pero por más que rastrearon todos los alrededores, aquel ladrón se había esfumado en el aire sin dejar rastro.
Observando el techo, Irene volvió a revivir en su mente los acontecimientos ocurridos en la azotea del hotel Haido. Como Kid había llegado sin que ella lo percibiera, como había imitado las voces de los agentes para atraerlos a donde él se hallaba, su "mágica" desaparición... La pequeña se miró el dorso de la mano, y pasó distraídamente un dedo por el lugar donde los labios de Kid se habían posado. El rubor volvió a instalarse en sus mejillas al recordar aquel beso.
- "¡Arg, menudo presuntuoso! - pensó con furia - Querías confundirme, pero no lo conseguirás. Averiguaré como fue que escapaste, y en nuestro próximo encuentro te atraparé".
Consultó su reloj, y vio que era la 1 p.m. Casi la hora de comer, pero a pesar de lo tarde que era, no quería levantarse aún. Así pues, se acurrucó de nuevo entre las sábanas y volvió a cerrar los ojos.
No habían pasado ni 10 minutos, cuando oyó unos golpes tímidos en la puerta, y que ésta se abría despacio.
- ¿Ran? ¿Sigues durmiendo? - preguntó en un susurro Shinichi, mientras asomaba la cabeza en la habitación - ¿No te vas a levantar?
- No me apetece - suspiró la niña desde algún lugar por debajo de las sabanas - Déjame un rato más, Shinichi...
No hubo respuesta por parte de Shinichi. En su lugar, sólo se oyó la puerta volviéndose a cerrar. Irene permaneció en silencio, expectante, sin saber si Shinichi se había ido o no.
Un par de manos se colaron de repente entre la ropa, y comenzaron a hacerla cosquillas. Irene se retorcía de la risa, mientras Shinichi la torturaba sin parar.
- ¡Basta, basta! - pidió entre jadeos - ¡Shinichi para!
- Oh, entonces si que estabas despierta - se rió el chico, mientras la contemplaba incorporarse en la cama.
- Eso es juego sucio - le regañó la niña mientras se secaba las lágrimas - ¿Para qué querías que me levantara?
- Agasa nos ha invitado a comer. Al parecer encargó unos dulces muy especiales a una pasteleria de la zona sur...
- ¿Y tenemos que ir...?
- Venga, perezosa. Con lo que nos está ayudando, es lo menos que podemos hacer. Y además, no puedes quedarte todo el día en la cama. Mira que te levanto yo mismo... - amenazó Shinichi con una sonrisa peligrosa.
- ¡Ah, no! Ya me levanto - exclamó Irene, mientras saltaba de la cama. Sabía que su amigo era capaz de hacerlo, y ahora ella era demasiado pequeña para darle una patada.
En cuanto los dos estuvieron listos, cruzaron a la casa del profesor que se hallaba esperándoles. Agasa no era un notable cocinero, así pues la comida consistió en un sencillo arroz con curry y pollo especiado. De postre degustaron los pasteles que había encargado. Eran caseros y deliciosos, hasta Shinichi acompañó su café con un par de ellos.
- Bueno, me alegro que os hayan gustado tanto los dulces - les dijo entre risas, mientras los chicos le miraban con la boca llena de crema - Pero si os invite a venir, fue también para enseñaros mi último invento. Puede que tú lo encuentres muy interesante y útil, Ran, después de los últimos casos que habéis tenido...
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La Detective Que Encogió (Cancelada)
FanfictionBasado en los personajes creados por Gosho Aoyama. "¿Qué pasaría si Shinichi Kudo nunca hubiera querido ser detective, y hubiera seguido jugando al fútbol?" "¿Y si Ran Mouri fuera la detective, y hubiera ido detrás de los Hombres de Negro aquel día...