9. Caput novem

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Expulso el aire que contengo en mis pulmones lentamente y exhalo nuevamente manteniendo mis nervios a raya. El ambiente a mi alrededor es tenso e intrigante, no es como imaginaba que se sentiría estar aquí sigo mirando hacia la calle a través del vidrio de la puerta que tengo en frente de mí.

― ¿Hola? ― Mis manos tiemblan al escuchar esa voz de nuevo, aunque no puede ser el, cuando habla se escucha muy joven para la edad que debería de tener Elián―.¿puedo ayudarte?

Me aferro a mi chaqueta de cuero, tomo una respiración profunda antes de girar y enfrentarme a él. Mis expectativas bajan al ver que no es la persona que yo esperaba, se encuentra detrás del mostrador y yo me acerco cuidadosamente. Es un chico más o menos de mi edad o un poco mayor, la puerta detrás del mostrador está abierta así que supongo que estaba ahí adentro.

― ¿Puedo ayudarte en algo? ― Inclina un poco su cabeza como su quisiera descifrar lo que estoy pensando, ya que me quedo muda y mi boca no quiere emitir palabra, no entiendo, su voz es tan parecida a la de él, suave, cálida e incluso me parece muy familiar.

―Emm... si ―hago una pausa y me reincorporo ― lo siento ―digo con dificultad y me rio un poco de lo patética que me siento.

―Tranquila ― en su mirada solo veo comprensión ―.¿cómo puedo ayudarte? ¿Buscas algo en específico?

―Más bien a alguien ― mi mente no parece pensar con claridad así que busco las palabras correctas― Sé que podrá parecer algo loco pero busco a una persona su nombre es Elián, más bien a dos personas, a Elián y Amelia.

Al decir sus nombres puedo notar que en su mirada hay tristeza y desconcierto. Luego en fracción de segundos su cara se transforma totalmente en seriedad. Lo siguiente lo dice con un tono cortante que no espere para nada.

―¿Quién te envió?

―¿Qué?

―¿Dime, quien te envió? ― Repite en tono amenazador.

―No ― me pongo nerviosa y tartamudeo un poco―no, no sé a qué te refieres.

Busca algo debajo del estante, y lo siguiente que se es que tiene un arma apuntando directamente hacia mi pecho. Levanto mis manos y trato de manejar la situación lo mejor posible, él sabe algo que nadie más puede saber, y por alguna extraña razón sé que ha estado huyendo de algo, de alguien, nadie tiene un arma cerca porque si, él tiene información sobre ellos. Sé que el podrá ayudarme.

―¡Ya dime quien te envió! ― grita alterado, noto que respira agitadamente, baja el tono de voz y noto algo de duda en sus ojos ―no quiero tener que disparar y matarte.

―Entiendo ―digo guardando la calma ― solo quiero que veas esto, así entenderás ―busco la tarjeta en mi chaqueta cuidadosamente.

Pero el posa su dedo sobre el gatillo y yo inmediatamente me pongo en alerta, enviando oleadas de nerviosismo y pánico a todo mi cuerpo.

―No te muevas y respóndeme ― exclama firme, aun apuntado en mi dirección.

―Solo necesito mostrarte algo, así sabrás quien me envió.

Saco la tarjeta de la chaqueta, y se la entrego.

―Vine buscando a Elián, Delia me dijo que era su amiga, ella me envió aquí, no sé que te pasa pero debes de calmarte y bajar el arma.

El baja el arma con cuidado sin quitar la vista de mí, y luego observa la tarjeta.

―¿Alguien más sabe de Elián o Amelia? ―pregunta de forma preocupada.

Palacio de sangre © [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora