6. Caput sex

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Su nombre desbloqueo un recuerdo que mi mente sin saber aún por qué, había bloqueado, simplemente un día deje de recordarlo.

Deje de recordar su tienda, su casa, lo bien que me sentía con él porque siempre me cuidaba, había olvidado todo de él hasta que leí su nombre en ese libro, él era como un padre para mí.

Y no lo recordaba.

Al leer ese nombre fue como si todo en mi mente hiciera click instantáneamente y pudiera entender mejor algunas cosas.

Él era alto, moreno, con ojos marrones y un porte de no interesarle nada ni nadie, era el dueño de una tienda, era de las últimas personas que habían presenciado la tercera guerra mundial y aun así él estaba ahí, fuerte, impotente, no se veía tan viejo a pesar de que en su rostro ya se notaban algunas arrugas. Y no entiendo como pude dejar de recordar, como no podía recordar la primera interacción que tuvimos.

Mi cuerpo estaba adolorido, mis ojos ardían por una luz que se colaba por una ventana, estaba sobre una superficie suave y blanda. Instantáneamente recuerdo la pelea que tuvimos mi madre y yo.

Abro los ojos de golpe, recuerdo estar tan enfadada con ella que le reclame porque había desaparecido y nos había dejado, no pude buscar comida porque Mary estaba enferma y Michelle estaba en un estado de shock porque era la primera vez que ella hacia eso. Lo último que recuerdo es haberle gritado y luego un fuerte dolor en mi abdomen, de ahí todo es negro.

Me levanto bruscamente cuando me doy cuenta que no conozco este lugar, siento un fuerte dolor en el abdomen que me paraliza, bajo mi vista asustada, levanto mi camisa y tengo un vendaje grande en mi abdomen.

¿Qué me paso?

¿Dónde estoy?

¿Qué es este lugar?

Esta no es mi cabaña, todo aquí se siente extraño y ajeno.

Siento mi boca adormecida, no puedo decir nada, trato de articular alguna palabra pero simplemente siento que no tengo control sobre ella. Mi vista inspecciona el lugar, es un cuarto amplio, veo medallas colgadas en la pared que tengo en frente, junto a una ventana que se encuentra brevemente abierta lo que hace que entre un poco el viento. Todo es rustico y de madera, veo un escritorio a mi lado derecho y trato de apoyarme en él, para poder levantarme, apoyo mi mano en la superficie lisa, pongo mis pies descalzos en el suelo helado y me impulso hacia arriba con todas mis fuerzas.

El esfuerzo es tanto que siento el impulso de gritar, pero no puedo y lo único que emito son quejidos de dolor.

Mis oídos captan el sonido de la puerta rechinar, mi cuerpo se pone alerta y se rige por completo.

Hey niña, no hagas eso te va a doler más la herida ―El había entrado a la habitación, me miraba entre confundido y preocupado ―tienes una herida en el abdomen no puedes hacer fuerza.

― ¿Qué? ¿Qué hago aquí? ¿Quién eres tú?―solté todas las preguntas sin pensar.

―Hey tranquila ―alzo sus manos cuando sintió que yo estaba en modo defensivo, sus manos estaban a los lados de su cabeza, en señal de que no me quería hacerme daño ― .te voy a ayudar no te voy a hacer nada.

Comienza a caminar hacia mí mientras yo trato de encogerme en la cama, no quería que me tocara, a estas alturas yo ya no me fiaba ni de mi sombra.

Se sienta en una esquina de la cama esperando mi reacción, me mira como si esperara algo, como yo no me atreví a hablar él decide tomar la iniciativa.

Palacio de sangre © [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora