2. Caput duo

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Sin darme cuenta todo este tiempo me había quedado estática, viendo hacia la puerta, pensando en que podría hacer para poder acabar con esto, escucho un ruido proveniente de las escaleras e inmediatamente, salgo de mi trance, giro mi cabeza en dirección hacia las escaleras y ahí está, Michelle, la mayor de mis hermanas se encontraba al final de las escaleras, me miraba fijamente con el ceño fruncido, seguramente tratando de averiguar qué había pasado.

― ¿Arlet? ¿Todo está bien? ¿Y mamá? ― la confusión y preocupación es evidente en su voz la veo directamente a los ojos, veo sus profundos ojos azules, azules como el mar, tan característicos de ella.

Al verme supongo que ató los cabos, Astrid no estaba en la cocina, la puerta estaba de par en par y yo estaba cerca de la puerta, seguramente con expresión enojada, si, era demasiado obvio.

―Otra vez se fue, ¿no es así? ― sonaba más como una afirmación que una pregunta. Supongo que escucho algo de la discusión.

―Tranquila -dije con intención de calmar un poco el ambiente ―volverá pronto.

―Eso dijiste la última vez Arlet y no volvió sino hasta hace 2 semanas ― se acerca más de mí y me apunta con su mano en señal de reproche ―tratas de ocultar lo que pasa, pero no soy tan estúpida ―su voz se escuchaba decepcionada pero lo último lo dijo con tanta hostilidad que me sentí peor.

―Tranquila Mich, sabes muy bien que no la necesitas, me tienes a mí, yo siempre he hecho el papel de madre y hermana desde que naciste, siempre he tratado y siempre tratare de que nada malo te pase ―Asegure con tono firme, buscando que la conversación no se torne en una discusión ―Tu sabes que yo siempre te protegeré. Es una promesa―Insistí al notar que no la estaba convenciendo del todo.

― ¿Estas segura Arlet?, tu solo tienes 17 años no nos puedes proteger todo el tiempo de lo que pasa aquí.

Vaya familia de mierda.

― ¿Y qué crees que he estado haciendo desde que naciste Michelle?―Recalque cruzándome de brazos.

Se aleja de mí y se sienta al borde de las escaleras mientras que sus brazos pasaban a estar recaídos. Al no escuchar respuesta de su parte me giro a cerrar la puerta, la cierro y luego la miro esperando su respuesta.

―Protegernos―soltó un suspiro y mis ojos siguieron puestos en ella―Perdóname Arlet, solo que todo esto ahora me parece muy confuso, siento un torbellino de emociones incontrolables que se apoderan de mí y ni siquiera sé de donde provienen.

―Mich tienes 12 años, eres una adolescente ― digo tratando de tranquilizarla―a esa edad es normal sentir tantas emociones, las hormonas están a flor de piel, no te preocupes tanto por eso hermanita.

A pesar de todo, ella sigue teniendo una expresión preocupada mientras que su vista se fija directamente al suelo en una mirada perdida.

―Pero siento todo el tiempo que las cosas van a salir mal, que va a haber un momento en el que no vamos a tener tu protección Arlet―de repente quita su mirada del suelo y su mirada se posa bruscamente en mí― y va a haber un momento en que nosotros no necesitaremos esa protección.―Se relame los labios y sigue― porque dime hermana, ¿Quién te protege a ti?

Buen punto.

―Yo sé cómo cuidarme Mich, tranquilízate y deja de imaginarte cosas que quizás jamás pasen ¿quieres? Estas siendo dramática―camino hacia las escaleras y me inclino hacia abajo para estar a la misma altura de ella, quedando en cuclillas ― solo te quiero prometer que aunque las cosas se pongan difíciles, yo siempre voy a estar como un escudo para protegerte, te defenderé a toda costa.

Palacio de sangre © [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora