Capítulo 42

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Aparco el coche de alquiler delante de mi trabajo y salgo de este corriendo cuando veo a Robert a punto de entrar en el gran edificio.

Lo cojo por la chaqueta y siento que estoy a punto de levantarlo del suelo.

—¡A buenas horas me entregas las cosas! —grito con furia.

—¡Y a buenas horas me coges así como un puto loco! —grita más bajo que yo.

—¿Por qué no me diste ese paquete cuando llegó? ¿Por qué? —levanto la voz y empujo su cuerpo contra la pared.

—¡Porque no vi que fuera lo correcto! ¡Giselle estaba destrozada y necesitaba un tiempo en su trabajo y tú necesitabas recuperarte! El doctor dijo que no te podíamos sobrecargar con información y no te di el paquete porque a saber qué había dentro.

Hago un impulso por no darle un puñetazo cuando escucho sus palabras.

—Y ahora me das el paquete cuando nuestra relación se fue a la mierda —me alejo de él y camino de un lado al otro—. Genial, Robert. Genial.

—¡Joder, Zayn! El doctor dijo...

—¡Me importa una mierda lo que dijo el doctor! Como si me daba un derrame cerebral o lo que sea, pero joder, ¡me tenías que dar el paquete! —grito de nuevo sintiendo que perderé la voz.

—Chicos, ¿qué ocurre?

Me giro y allí la veo.

Mi cuerpo se convierte en piedra al principio cuando empiezo a recordar a varias personas rubias en aquella peluquería. Y luego estaba ella. La persona que me había tocado sin mi consentimiento. La persona que fue un ángel conmigo todo este tiempo después de estar en coma.

Pestañeo varias veces y me doy la vuelta corriendo hacia el coche de alquiler. Lo pongo en marcha y desaparezco de la vista de Robert y Jennifer.


Llegué a la comisaría y los policías que estaban detrás de un cristal me miraron muy serios. He llegado corriendo como si hubiera un incendio. Varios de ellos me han preguntado qué ocurre y he sido muy claro con mis palabras:

—Quiero denunciar a una persona.

Rellené todos los papeles necesarios para la denuncia mientras pensaba en lo ocurrido. Al hacer esto, esta mujer me comenzó a dar más asco. Solo espero que todo acabe bien y que tenga su merecido.

Eso sí, los dos policías que me acompañaron para rellenar los papeles me preguntaron varias veces si estaba seguro de que era ella.


Mi móvil comienza a sonar y lo cojo con rabia.

—¿Qué pasa? —pregunto una vez que estoy en el coche con dirección a mi apartamento.

Doy las gracias por tener todas mis cosas conmigo. Nunca he dejado nada en mi oficina porque prefiero tenerlas todas en casa por si se me da por dibujar o retocar algún dibujo.

Comienzo a conducir mientras mantengo una conversación con Robert.

—He recordado cosas —aseguro y agarro el volante con fuerza intentando no llorar.

—¿Qué cosas, Zayn? —no respondo. Aparto mis lágrimas con la palma de mi mano—. ¿Estás bien?

—Robert, deberías haberme dado ese paquete desde hace tiempo. Dos putos meses han pasado, ¿te das cuenta? ¡Dos putos meses!

—Sí, lo sé. Y lo siento mucho, Zayn —intento no quejarme al escuchar sus palabras.

—Es extraño oírte diciendo eso después de cómo me has tratado todo este tiempo —giro hacia la derecha y a lo lejos veo el edificio en donde vivo.

—Estoy destrozado por cómo has tratado a Giselle. Eso es todo. Pero sigo preocupándome por ti, Zayn. Eres mi amigo.

Lo último lo dice casi en un susurro y no estoy seguro si está siendo completamente sincero.

—Escúchame, vas a ver muchos cambios a partir de ahora —comienzo—. El primer cambio es que no me verás más —escucho cómo tose y me lo imagino bebiendo algún líquido.

—¿Qué? ¿A dónde vas? —dice casi gritando—. Este es tu trabajo y te estás esforzando mucho.

—Esforzarse mucho no sirve de nada si no eres feliz en tu trabajo.

Cuelgo la llamada con lágrimas en los ojos y entro en el edificio.

work |zayn malik|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora