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Capítulo 46

Robert

Subrayo lo más importante en estos papeles que tengo delante de mí mientras suspiro una y otra vez, muerto del aburrimiento.

Miro el reloj que está en la pared y sostengo mi rostro entre ambas manos intentando no gritar.

Faltan dos horas para irme del trabajo. Una eternidad.

Escucho cómo el ascensor se abre y, como de costumbre, miro quién acaba de subir a esta planta.

Alzo mis cejas al ver dos hombres grandes con uniforme. Me levanto lentamente y me acerco sin prisa a la puerta de mi oficina para verlos más cerca.

Sus botas negras chocan contra el suelo y el sonido de sus esposas inundan esta planta.

Salgo un poco de mi oficina. Mis compañeros de trabajo se asoman por las ventanas y las puertas de sus oficinas con atención. Algunos cuchichean entre sí sin entender qué hacen estos hombres aquí.

La dulce sonrisa de Jennifer se forma en sus labios. Está a punto de hablar, pero uno de los policías se abalanza encima de su delicado cuerpo.

—Jennifer Willis, queda detenida —dice uno de ellos y abro la boca a modo de sorpresa sin comprender absolutamente nada.

¿Cómo que la detienen? ¿Qué ha hecho? ¡Pero si es una mujer rica y muy delicada!

La gente se altera cuando ven como el policía le pone las esposas. El pecho de Jennifer está contra una mesa y juraría que he creado una escena erótica en la cabeza cuando la veo así.

Niego con la cabeza y me giro sin querer ver nada más. Camino rápido hacia mi escritorio escuchando los gritos de Jennifer, pero estos son inútiles porque los policías la arrastran por el pasillo.

Cojo mi móvil y busco el número de teléfono al final de la lista de mis contactos.

Zayn.

Más le vale responder al teléfono.

Sé que sigue en Londres felizmente con Giselle y me alegro mucho de que se hayan reconciliado después de que Giselle hubiese compartido todos los mensajes horribles que le mandó Zayn por Twitter. Y todo mientras ella estaba embarazada.

Adoro a estos dos juntos, pero lo que hizo Zayn fue horrible. Yo no se lo perdonaría.

Han pasado dos meses desde que Zayn abandonó Australia. No ha pisado el país o eso es lo que sé yo.

He intentado llamarlo y ha contestado a todas mis llamadas con un tono alegre. Nunca antes lo había oído así de feliz.

—Hola, Robert —contesta con su característico tono feliz desde hace dos meses.

—¡Zayn! —grito una vez que los policías se han llevado a Jennifer—. ¡Han detenido a Jennifer!

—Ah, interesante.

Su tono es bastante pasota. Juro que quiero tirarle de los pelos por esta contestación y por este tono.