III

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III. Rose Wine

Cámaras, Flashes y Risas falsas. La mano de Austin en mi cintura y una gran sonrisa falsa en mi rostro. El pan de cada día.

"Cuéntenos, señor Host. ¿Quien ha sido su mayor inspiración para crear su primer vino rosado?"

"Señor Host, ¿Su próximo viñedo ya tiene un nombre oficial?"

"Señores Host, ¿Planean tener un heredero para semejante legado?"

Estoy enferma de esto. Enferma de la sensación de ser observada por personas a las que no les importo. Quiero dejar de fingir que soy alguien que no.

Camina, muñeca. Tenemos que ir hacia el podium para la presentación.—Deja un beso en mi hombro y empuja levemente mi cintura para hacerme andar. Escucho su voz detrás de mí parlotear con felicidad y agradecer todos los elogios que recibe y puedo sentir un poco de alegría por el pero no por mi.

Miro fijamente hacia el suelo cuidando cada uno de mis torpes pasos. Recibo la ayuda de mi esposo para subir aquellas pequeñas escaleras y permanezco a su lado con una gran sonrisa mientras lo escucho decir un par de palabras.

Algunas veces me llena de alegría ver la pasión que le dedica a todas y cada una de sus actividades pero otras veces solo puedo pensar que yo podría catalogar como otra actividad en su vida. Recibo de un chico alto una copa con el nuevo vino rosado y espero por chocar copas con mi esposo antes de beber un poco.

—¿Está rico?.—Pregunta en mi oído al verme dar el primer sorbo haciéndome asentir.—Está inspirado en ti. Una sensación muy dulce en el paladar.—¿Porqué me confundes tanto, Austin?.—Es la única copa que beberás esta noche así que disfrútala.

Oh, ahí está de nuevo.

Durante la mayor parte de la noche solo puedo soportar los molestos comentarios de las esposas de los elegantes amigos de mi esposo. Hablan sobre desayunos y cuchichean chismes sobre un par de mujeres que se encuentran apenas a un par de metros de nosotras. Si así se expresan de ellas... no puedo ni imaginar que podrían decir de mí.

Este no es mi ambiente. Este nunca lo será.

Cuando es un poco más de medianoche trato de buscar a Austin, quiero irme a casa pero sé lo furioso que se podrá si me retiro sin decir absolutamente nada. Durante mi búsqueda logro darme cuenta que más de la mitad de las personas que aún se encuentran aquí están muy ebrias y como no si Austin ha tirado la casa por la ventana en cuanto a servir cualquier tipo de bebida alcohólica que sea posible. En cuanto logro encontrarlo le veo riendo con fuerza y puedo observar la esclerótica de sus ojos algo rojiza. Está muy ebrio. Y esa versión de él es la que más me aterra.

—Austin.—Dirige su mirada sobre mí y levanta su botella de cerveza hacia a mí en modo de brindis pero no hace nada por ponerse de pie. Apuesto que ni siquiera puede ponerse de pie.—Austin, ¿Puedes venir un momento?

—¿Puedes dejar de joderme la vida por un minuto? Maldición Halsey, eres hermosa pero también un jodido grano en el trasero.

—Demonios, solo quiero irme a casa.

Niega y sigue riendo como chiquillo con la manada de hombres a su alrededor. Bien, creo que un día durmiendo en habitaciones diferentes será lo mejor para evitar otro accidente. En cuanto me doy la vuelta un idiota derrama una gran copa de vino sobre mi vestido haciendo de este un enorme desastre. No soy capaz de decir nada ya que las risas burlonas de aquel hombre que me llama esposa y todos sus amigos solo se ríen del suceso.

No puedo sentirme más humillada.

Camino con la cabeza baja hacia los baños más cercanos y decido encerrarme tratando de limpiar el desastre pero este solo resulta peor. ¿Ahora que haré? Creo que ponerme a llorar no sirve de mucho.

—Señorita, ¿Está bien?.—Una voz suave se escucha por detrás de la puerta.—¿Necesita algo? He visto lo que ha pasado y solo quería ver si está bien.

Abro la puerta y me encuentro con los ojos más marrones que alguna vez en la vida pude haberme encontrado, una sonrisa cálida y una expresión llena de preocupación. Por su vestimenta solo logro identificarlo como un mesero pero no me interesa, cualquier ayuda en este momento es buena aún y cuando mi reputación esté en juego.

—¿Tienes auto?.—Suspiro aliviada en cuanto lo veo asentir.—¿Puedes sacarme de aquí? No quiero que nadie me vea así.

—Espere aquí. Regresaré enseguida.—Muerdo un poco el esmaltado de mis uñas durante la espera hasta volver a escuchar su voz por detrás de la puerta. Ha llegado con un saco que me queda enorme pero cubre a la perfección la enorme mancha de vino que adorna mi vestido.—Saldremos por la salida del personal.

Asiento y dejo que tome mi mano para que comience a guiarme fuera de todo este infierno. Mantengo mi cabeza baja y me encojo un poco al sentir la helada brisa de febrero pegar con fuerza en mi rostro. Aquel chico me encamina hacia un viejo Corolla y abre la puerta del acompañante para mí.

—Baja la cabeza hasta que salgamos del viñedo. Después podrá decirme a donde tengo que dirigirme.—Asiento y cubro mi cabeza con aquel saco y observo de reojo los miles de flashes que pueden hacerse ver.

Espero que no estén fotografiando a mi ebrio marido... o tal vez si. Ya no me interesa.

—¿A dónde me dirijo?

—San Francisco. Sé que nos tomará más una hora pero prometo pagarte por esto solo quiero irme de aquí.

—No hay problema, vivo en Oakland. No me importa conducir veinte minutos más.—Suspiro agradecida y murmuro un pequeño gracias antes de quedarme dormida en aquel asiento.

Siento un pequeño movimiento sobre mi hombro en lo que sentí fueron un par de minutos. Estamos orillados a un lado de la carretera donde un gran cartel que nos avisa la llegada a mi ciudad nos espera. Aquel chico me mira un poco apenado pero no tarda ni un solo segundo en pedirme mi dirección para llegar a casa así que le doy los datos que necesita.

Suspiro aliviada al ver la fachada de mi hogar y suspiro de alegría al ver que aún no han llegado a casa los hombres de seguridad. Austin debe tener una tremenda fiesta encima como para no haber notado mi desaparición o eso era lo que creía ya que tenia al menor trece llamadas perdidas de él. ¿Ahora si finge preocupación por su mujer?.

—Bien, ha llegado a salvo.—El chico de los ojos cansados me mira con compasión y sale del auto para ayudarme a baja del vehículo.

Muchas gracias por el aventón.

—¿Estarás bien?

—Eso creo. Uhm... ¿Cuál es tu nombre?

—Shawn. Mi nombre es Shawn.

—Mucho gusto, Shawn. Mi nombre es Halsey. Lamento que me hayas conocido de esta manera.—Saco de mi pequeño bolso un par de billetes de veinte dólares pero él se niega a tomarlos.

—Solo quería ayudarte. Pasa buena noche.

Si tan solo pudiera saber más de el.

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Leave Your Lover {Shawn Mendes Fan Fiction}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora